El partido gobernante gana las elecciones en Paraguay,                      pero con el sorprendente desempeño de la oposición.                      MercoPress South Atlantic News Agency.

El paraguayo Mario Abdo Benítez, "Marito", que representa al Partido Colorado, que por mucho tiempo dominó el país, fue elegido presidente el domingo, logrando el mejor puesto en el país con la economía más pequeña del Mercosur.                                                                                                      El hijo educado en Estados Unidos de un asesor sénior del fallecido dictador del país, Abdo Benítez, ganó poco más del 46% de los votos, y su opositor centrista Efraín Alegre se llevó casi el 43% en una carrera mucho más cercana a lo esperado.

 Las encuestas de opinión le dieron a Abdo Benítez, de 46 años, una clara ventaja de hasta 20 puntos sobre Alegre en un concurso de dos hombres para suceder al presidente saliente Horacio Cartes.

Saludando a miles de entusiastas seguidores fuera de la sede del partido, Abdo Benítez se comprometió a ganarse la confianza de quienes no votaron por él.

A través de las elecciones, Paraguay "dio el ejemplo" y mostró que "la democracia está bien establecida" en el país, dijo, antes de rendir homenaje a su padre, a quien describió como "un gran miembro" del partido Colorado.

A pesar de un comienzo lento, la participación se situó en un 65% cuando las mesas electorales se cerraron a las 4:00 p.m. (2000 GMT). A medida que el recuento comenzó, rápidamente quedó claro que los resultados estarían mucho más cerca de lo anticipado.

Los analistas dijeron que la elección de Abdo Benítez, el hijo del secretario personal del dictador Alfredo Stroessner, sugirió que los paraguayos habían logrado pasar página en el capítulo más oscuro de su historia reciente.

El Paraguay sin salida al mar, ubicado entre Argentina, Bolivia y Brasil, ha disfrutado de un crecimiento económico constante bajo el magnate del tabaco Cartes, pero no ha podido librarse de la persistencia de la pobreza, la corrupción y el narcotráfico. Sigue siendo una tierra de contrastes, aún marcada por la dictadura de 1954-1989 del general Stroessner.

Sin embargo, una nueva generación de votantes entre el electorado de 4,2 millones, nacido después de la dictadura parece estar listo para mirar hacia el futuro. En Paraguay, el 43 por ciento de la población tiene entre 18 y 34 años.

Antes de la votación, Abdo Benítez parecía seguro de que sus antecedentes no afectarían sus posibilidades. "Me he ganado mis credenciales democráticas en mi viaje político", dijo. 
Pero Alegre había depositado su confianza en la gente que votaba por el cambio después de casi 70 años de dominio por parte del gobernante partido Colorado. Aceptando que su rival había ganado tres puntos porcentuales más que él, Alegre dijo que nada podía detener el ritmo del cambio.

"Creemos que el cambio en Paraguay es irreversible, mejor más temprano que tarde", dijo.

Al escribir en la revista Americas Quarterly, Oliver Stuenkel, profesor de relaciones internacionales en la Fundación Getulio Vargas de Sao Paulo, dijo que el partido Colorado se había vuelto cada vez más consciente del deseo público de cambio.

"La sociedad paraguaya está cambiando más rápido que su élite política y una generación está ganando influencia que no tiene una memoria clara del gobierno no democrático, una primicia en la historia paraguaya", escribió. "Quien suceda Cartes ... tendrá que lidiar con una nueva generación que está dispuesta a cambiar para mejor a Paraguay".

Los votantes también votan por un nuevo parlamento y gobernadores de los 17 departamentos del país.

El magnate del tabaco, Cartes, mantuvo a Paraguay en el rumbo de un crecimiento interanual de alrededor del 4,0% en una economía cuyas principales exportaciones son la soja, la carne de bovino y la energía hidroeléctrica.

Pero ha habido pocos avances en el alivio de la pobreza, que se ha mantenido obstinadamente en el 26,4% y la corrupción, con Paraguay languideciendo en el puesto 135 entre los 180 países clasificados por Transparencia Internacional.

El propio presidente saliente admitió que Paraguay tenía "deudas sociales" y que "todo debe hacerse". No es concebible que con toda la riqueza que tenemos en un país de siete millones de personas, tengamos tanta pobreza ", dijo después de emitir su voto.