¿Y si mejor nos callamos?                                                                                                          ¿Y si miramos para otro lado y hacemos como que no pasó nada?                     ¿Y si dejamos de preguntar quién, por qué y dónde de una vez por todas?         A lo mejor conviene aplicar estas sugerencias para dejar de disimular el cinismo en el que vivimos inmersos.

Ayer, la justicia decidió allanar una de las casas que en El Calafate tiene la senadora Cristina Fernández. Allí llegaron la Policía Federal, la de la provincia de Santa Cruz, personal judicial, los testigos de rigor y los periodistas. En medio de la cobertura de los medios sobre el ingreso de los efectivos a la vivienda, entre un minúsculo grupo de militantes K, surge la figura de un imbécil, mal nacido, (ver la foto) y seguramente mal asalariado por algún capataz ideológico, que agrede a los hombres y mujeres de prensa a escupitajos, empujones e insultos, para terminar arrojando el micrófono de una notera a las aguas del río.

Se ve en las imágenes la cara del agresor y también la de los policías que no fueron capaces de proteger a los periodistas maltratados. Connivencia, miedo, órdenes superiores. Solo un escueto comunicado de ADEPA en las redes sociales. Todos miraron para otro lado, es decir, son cómplices de la agresión. 

El Honorable Senado aprobó un proyecto de ley de extinción de dominio que no puede ser aplicado con retroactividad, es decir, que ninguno de los sospechados de la corrupción de los últimos doce años, devolverá ni un dólar de los cientos de millones robados al Estado.

No se escuchó ni una sola voz oficial ni opositora advirtiendo de este error, porque justifican diciendo que no puede ser retroactiva porque es una ley penal. Revisen la historia legislativa de los últimos años y no mientan. Sacaron la ley para evitar más marchas y parecer honestos, mientras firmaban una norma en complicidad con los ladrones. Mejor nos callamos. 

La justicia dictó por fin la sentencia definitiva para los asesinos de los dos narcos colombianos en el estacionamiento de Unicenter cometido el 24 de julio de 2008. Condenados a prisión perpetua dos ex pesos pesados de la barra brava de Boca y de River, Jorge Moreyra, alias "el Zurdo", y Víctor Hugo "el Pelado" Ovejero. 

Y los dirigentes del fútbol los siguen avalando y protegiendo, porque también son cómplices, socios en todo, en las banderas, los bombos y en el delito. No hubo ni un comentario al respecto, como si estos asesinos nunca hubieran tenido nada que ver con el mundo del fútbol, con los negocios y aprietes del mundo del fútbol. No se atrevieron a preguntar por qué, aunque sí sabían quién. 

Detuvieron en La Plata al ex juez César Melazo acusado de integrar una asociación ilícita junto a una super banda de policías, ladrones y barras bravas. Fue un defensor a ultranza de Aníbal Fernández en las redes sociales. Vinculado a comisarios, sindicalistas y dirigentes políticos, el ex magistrado acumuló tres acusaciones en su contra ante el Consejo de la Magistratura bonaerense.

Una de ellas lo llevó a ser suspendido y al quedar expuesta su manifiesta inmoralidad, decidió renunciar el 7 de junio de 2017. En el allanamiento a su domicilio se encontraron, 12 armas de gran poder, entre las que se encuentran seis pistolas semiautomáticas, dos rifles y una escopeta. Además se llevaron 50.000 pesos en efectivo, junto a 14 celulares y 18 notebooks, tablets y computadoras. No se sabe si había alguna edición del Código Penal.

El cuerpo entero de la Justicia calló otra vez.  Silencio por las dudas. Nadie se atreve a decir "se hizo justicia" y señalar a un propio como una oveja negra. Hay más de una en el rebaño dijo el pastor. En fin, que ser cómplice es lo que se lleva, callar, disimular, evitar que la cosa crezca y mientras tanto los ciudadanos se miran con el gesto típico del que quiere decir: "Son todos iguales".

V. CORDERO