CUATROCIENTOS NOVENTA Y OCHO.

Hasta hoy son cuatrocientos noventa y ocho.                                                                                  Ninguno de ellos- ni, seguramente, los que los seguirán- eran personas ciento por ciento ejemplares, solo eran hombres comunes con sus defectos y virtudes y, es´probable que haya habido entre ellos algunos que en una ocasión diferente podríamos haberlos catalogados de viles o simplemente perversos; las condiciones en las que agonizaron y sucedió su muerte los han eximido, hoy, de un juicio moral.

Tenemos, los argentinos, el dudoso honor de haber recreado desde 2006 hasta ahora, gracias a estas cuatrocientos noventa y ocho muertes, las circunstancias infames que se sucedieron con la muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

El escenario que los personeros de la venganza han montado es perfecto y siempre hay actores que recreen los personajes del drama que culmina en el Gólgota.                                                                                                                Cuatrocientos noventa y ocho Gólgota, originales en cada caso, pero repetidos desde hace trece años con arrastre de Cruz incluida, latigazos en el pretorio- la falta de asistencia médica, jueces que no autorizan cirugías y tratamientos- coronas de espinas y burlas- forenses que se lavan las manos, jueces que por miedo o rencor no dan una “domiciliaria”- han perfeccionado la infame farsa.

No nos falta nada. Tenemos al Sanedrin, tenemos a Pilato, al centurión y a los legionarios romanos, tenemos a Caifás, a Judas y al minúsculo grupo de judíos que, adueñados del patio del pretorio exigieron la muerte del Justo y la libertad del terrorista y a puro grito nos han hecho creer- por siglos- que ellos representaban a todos los judíos desde el Golan al Negev. También tenemos, en esta bufonada trágica, el triste papel de los judíos comunes, muchos de los cuales conocieron a Jesús, o fueron testigos de sus palabras y milagros y negaron a Cristo por miedo- Pedro antes de que cante el gallo- o por comodidad.

En esta hipócrita pantomima nacional, están todos los personajes y sobran actores, Néstor Kirchner primero y su mujer después son Caifás; el Sanedrín es la suprema corte de justicia con la digna excepción de Fayt ayer y Rosenkrantz hoy.                                                      Judas tiene varios nombres: Balza, Godoy, Paz, Bendini, Rodriguez y otros más pero también es personificado por los que han dado la espalda a sus camaradas presos;            Los legionarios que flagelaron a Jesús y le pusieron la corona de espinas son los jueces de casación y los jueces verdugos de los TOF y se repiten en cada fiscal que tergiversa pruebas o prepara testigos falsos, Pilato es hoy Macri o Vidal o Garavano como ayer lo fueron Bergoglio, Radrizzani o Lozano, el grupúsculo de lúmpenes judíos vociferantes que a fuerza de gritos quieren hacernos creer que eran la mayoría,  son, en esta parodia rante, las madres, las abuelas y las murgas que siempre por dinero se hacen ver.                                En esta simulación de justicia donde la doblez es la moneda de cambio el papel más triste, al igual que en el drama del Gólgota lo tiene el pueblo; los judíos que fueron testigos de la palabra y los milagros de Jesús y negaron a éste por miedo o comodidad, los argentinos que se desgañitaron pidiendo horcas y fusilamiento para los terroristas, y luego negaron a los que nos salvaron de ser Cuba y hoy miran al costado cuando se les recuerda que cuatrocientos noventa y ocho de los que combatieron por nuestra libertad han muerto abandonados en un cautiverio infame.

Los judíos pagaron con la destrucción del Templo y la expulsión de su tierra su miedo y molicie, ¿con que pagaremos nosotros nuestro miedo y comodidad?                          

El Recadito, 21 de Abril de 2019. Pascua de Resurrección

JOSE LUIS MILIA