Yo quiero creer que el presidente Alberto Fernández y su compañera de ruta la multiprocesada vicepresidente Cristina Fernández han encontrado “la molécula” que promociona Nicolás Maduro como el antídoto contra el Covid-19 o bien que hayan pactado un acuerdo con el virus, tal lo habría dicho la Vicepresidente de Venezuela, Delcy Rodríguez, quien aseguró haber firmado un convenio para que por dos semanas haga una pausa en el contagio.

Si ninguna de estas dos opciones han sido posible para los Fernández, estamos en un problema o literalmente no vamos ¡al carajo!, sin término medios. La multitud desencajada y descontrolada que motivó el velatorio de Diego Maradona, dio por tierra con cualquier tipo de prevención que se haya realizado en 250 días de encierro y demolió sistemáticamente cada palabra de un gobierno que no puede cumplir ni sostener sus palabras, ni gestionar la organización de un velatorio, además de estar impedido de llevar a cabo la administración política del país.

La doble moral y la mentira

Desde el presidente argentino para abajo, el gobierno está constituido, no solo por inútiles y corruptos, sino por mentirosos constructores de un relato falaz y básicamente muestra la doble moral del político argentino, donde no se salva la oposición ni las ideologías más conservadoras ni liberales del país.

El presidente Alberto Fernández, en relación a la octava marcha popular en contra de la mala gestión de su gobierno, a pesar de que la gente concurrió con el mayor cuidado a las calles dijo, entre otras cosas:

“Por favor cuidémonos, que al salir y exponerse uno multiplica las posibilidades de contagiarse un virus, que contagia a gran velocidad y se lleva la vida de muchos”

“…esas marchas convocan al contagio de la gente en un momento en que la Argentina está pasando una situación muy difícil”

“Hay una desaprensión con la salud propia y de los otros que asombra“.

¿Qué podemos decir sobre los dichos del presidente y las imágenes que vimos en televisión ayer, de gente amontonada, saltando, sin barbijo, sin distanciamiento, sin ningún tipo de cuidado entrando como ganado y agolpándose en la Casa Rosada a la que tomaron delincuentes y barras bravas quienes volvieron a la primera escena gracias a los buenos oficios del actual gobierno y de la vicepresidente que “honra los trapos” de la 12?

Después de ufanarse en un comunicado oficial de que “el operativo fue organizado y coordinado por las autoridades nacionales”, cuando arreció el desborde,  el impresentable de Wado de Pedro hizo lo que sabe hacer mejor: sacarse el lazo y echarle la culpa a la oposición, Frederick con cara de piedra negó el caos en Casa Rosada y Alberto denunció al gobierno de la ciudad. Una vergüenza a la que nos tienen acostumbrados quienes no se hacen cargo de nada, nunca y van edificando la mentira para sostener un relato arcaico que ya se les cayó en la década pasada.

El presidente y su Vice, hicieron exactamente todo lo contrario de lo que nos vienen exigiendo al pueblo desde que empezó la cuarentena y por la que nos aplica castigos pecuniario, cárcel y restricciones al ciudadano común, mientras para la elite del poder y los ídolos, esas restricciones no existen.

Nuestros padres, abuelos e hijos agonizan y no hay una ambulancia disponible, debido a al escasez de recursos y “la gran demanda”, pero 11 ambulancias se movilizaron cuando Maradona ya estaba muerto.

Un padre tuvo que cruzar a su hija enferma de cáncer en brazos y caminar 5 kms, porque las restricciones interprovinciales prohíben el acceso a cada feudo y ni un solo policía acompañó a la sufriente, pero el gobierno destacó miles de policías para controlar masas de gente ingobernable que no respetaron nada.

Nadie puede velar ni despedir a sus familiares, excepto que se llame Jorge Brito, Maradona o sea pariente de algún integrante del gobierno nacional, provincial o de algún municipio del conurbano.

Miles de empresas Pymes y comercios cerraron, tiraron las llaves y se fueron a llorar por el esfuerzo perdido en tantos años de vida y privaciones. Sin contar los miles y miles de abuelos que murieron y mueren solos, sin ver a sus seres queridos, colocados en bolsas negras y llevados a un crematorio, porque la pandemia mortal no perdona.

Solo suponemos

Solo suponemos que después de lo visto ayer las escuelas abrirán y las clases presenciales tendrán continuidad, después de un año perdido en la educación del país; que los diputados y senadores volverán a trabajar al Congreso; que se liberarán las rutas y las restricciones para circular por los feudos, que no limitarán más las reuniones familiares; que los camiones, trenes y colectivos volverán a funcionar; que dejará de haber “esenciales; que se abrirá el turismo y que los empleados públicos que cobran en sus casas mientras se recalienta la maquinita de hacer plata para pagar sueldos, volverán a hacer lo que deben: trabajar y finalmente le permitirá a cada deudo, que despida a su familiar como corresponde y tiene (o debiera tener) como derecho consagrado en la Constitución nacional, esa misma que el señor Presidente y su Vice usan de papel higiénico cuando se trata de aplicarla para el pueblo y transforman en valla inexpugnable cuando detrás de ellas deben resguardar sus delitos.

La última para Fernández

Finalmente, queremos resaltar que mientras la sociedad convulsionaba por el delirio en las calles, cuyas consecuencias veremos en pocos días más, el músculo del gobierno no descansó. Lejos de velar las transas, los entuertos y la corrupción política, los autores intelectuales del peor gobierno nacional de la historia argentina y tras el ruido de los bombos, los cánticos, los gritos y las pedradas de las hordas salvajes alentadas por ellos mismos, el gobierno se dedicó a acelerar los tiempos judiciales para poner de juez electoral al operador político y judicial del “Operativo puf puf”, Ramos Padilla, intentan armar la caída de la “Causa de los Cuadernos” y declarar la inconstitucionalidad de la “Ley del Arrepentido”, para que definitivamente se logre la impunidad de Cristina Fernández y el aparato mafioso que se robó dos PBI en poco más de una década.

En Argentina, mientras los desbordes por el velatorio de Maradona se llevaban a cabo a la vista del mundo, mientras la Casa Rosada era tomada por la mano de obra desocupada con planes asegurados y los jefes de las barras vinculados al poder (porque esos no eran ciudadanos que habían ido motivados por Maradona), mientras éramos la vergüenza como país a la vista de todos, la maquinaria de la impunidad y la venganza no se detuvo. Nunca se detiene, por más que la pandemia haga estragos y nos mate a todos día a día. Las autoridades nacionales tiene una meta y un propósito bien definido, aunque inmoral e irracional. De la sociedad y sus derechos, no les importa nada. Por eso, el miércoles nos fuimos al carajo. (Agencia OPI Santa Cruz)