Después de casi un mes de restricción en mi actividad en Facebook pude escribir sobre temas que podría llamarse triviales o baladíes pero que pareciera que tuvieron aceptación en la mayoría de mis lectores ya que fueron publicadas por la mayoría de los diarios que me editan. Y la verdad que no son para nada temas frívolos a pesar que quienes escriben para la farándula están bastantes preocupados. En mi tiempo de veda escribí sobre Mirtha Legrad; El Tango y Borges; el Camino y mis Muletas y el Molino y la Virgen Niña y otros más. Escritos que sin duda me llenan la vida en mis ratos de óseo a pesar de que me ocupó casi todo el día a mi estudio jurídico. Y hablando de la moda en tiempos contemporáneos he manifestado que desde que nuestro padre Adán buscó una hoja de parra para cubrirse, las modas han ido cambiando las vestimentas. Todos los pueblos han buscado vestidos por pudor, por defensa de la intemperie, por protegerse de las espinas, y cada uno los ha adecuado a su ambiente, a los materiales disponibles, a sus necesidades, a su carácter, a su particular sentido del gusto. Y han seguido cambiando. Así se originan las modas. Las más evidentes se relacionan con el vestido, pero también hay modas en las relaciones sociales, en el trato, en las formas de hablar, de pensar, de votar, de comportarse. Hoy está de moda que los políticos cambien de mujeres. Y cuando una forma nueva es aceptada y bien vista, se dice que "está en boga" si es que tiene algún prestigio o apoyo moral. Si su difusión no tiene más sostén que el capricho, entonces "está de moda". Si la moda se extiende y permanece hasta hacerse general, entonces se transforma en un uso, una costumbre.                                                                                                            Antes las modas se inspiraban en los grados más altos de la sociedad, la nobleza, los jefes, los maestros, los gobernantes. Hasta que la difusión de la prensa puso al alcance de todos las costumbres y modalidades. Y el pueblo los tomó de paradigmas, como ejemplos imitables. ¿Que son muestras que carecen de elegancia? No. Tampoco importa: es muy difícil alcanzar la elegancia, y las maneras que exhibe el "mundo de la moda" por lo menos tiene una coquetería que es más fácil de imitar. Pero allá por 1810 nuestros próceres usaban calzón corto, ceñido a la pierna, que apenas alcanzaba a cubrir la rodilla. Militares y campesinos defienden la media con altas botas. Pocos después aparecen jóvenes que cometen la osadía de presentarse en sociedad vistiendo pantalones largos, como Juan Manuel de Rosas, a los que se acusa de democráticos. El campesino viste pantalón, y a veces chiripá por falta de artesanía para el corte y la costura. El corto chiripá deja ver los lujos del bordado en los anchos calzoncillos, que llegan hasta el suelo. Los amplios pantalones son cómodos en la ciudad, y el chiripá no molesta cuando se monta a caballo, pero ambos son incómodos para trabajar de a pie, sobre todo cuando se debe correr y manejarse con pie firme, como sucede en las tareas de corral cuando hay que enlazar, pialar, voltear, curar, marcar, señalar. Hay que meterlo al pantalón dentro de la bota, para que no moleste. Pero a mediados del siglo pasado sucede algo que viene a modificar la vestimenta campesina. La guerra entre Rusia y Turquía que trastorna el comercio, como es natural. Y un barco inglés, ya cargado con mercaderías para llevar a Turquía, cambia su rumbo y enfila hacia Buenos Aires.                                                                     En su carga trae ropa a la moda turca, con pantalones orientales amplios, cómodos, que abajo tienen un costado abierto que se prende con botones para ceñirlo al tobillo. Y venden los pantalones turcos en Buenos Aires. La gente les dijo "bombachas", tomando el nombre del adjetivo "bombacho" (pantalón bombacho, calzón bombacho) que se aplicaba a las prendas -moda andaluza- que tenían abierto un costado de la bocamanga.                                                                                      Y la moda turca, traída aquí por las ansias de vender, se popularizó.                 La bombacha ceñida al tobillo resulta cómoda para trabajos de a pie, y por su amplitud es muy proporcionada para montar.                                           Prenda que se usó generalizo.                                                  Hoy la industria de la moda muestra entre nuestras mujeres - las más lindas del mundo - la vestimenta gaucha – que se exhibe en los asados campestres y en los casamientos al mediodía por lo menos es lo que puedo percibir en mi Tucumán.

DR. JORGE B. LOBO ARAGON.