EL PRÓFUGO QUE ESCAPÓ A TIEMPO. LOS PAPELES DE INTELIGENCIA. EL CANSANCIO DE LAS VÍCTIMAS .
Por : Patricia Blanco.
Cuál es el estado de las causas que analizan lo ocurrido en el atentado a la mutual judía y las que pusieron en foco su investigación, frente a un nuevo aniversario de lo ocurrido el 18 de julio de 1994, cuando el 85 personas perdieron la vida en el peor atentado terrorista que vivió la Argentina
“La investigación por el atentado a la AMIA fue una carrera de obstáculos desde el día uno”. La frase no la dice cualquier observador. Es Sebastián Basso, actualmente a cargo de fiscal de la UFI-AMIA, el que reconoce ante Infobae las dificultades para dar con los responsables del ataque que en la mañana del 18 de julio de 1994 asesinó a 85 personas en los alrededores de la sede mutual judía, en el barrio porteño de Once. El 29 no es un número redondo, pero es igual de frustrante: 29 años después, el peor atentado terrorista que vivió la Argentina sigue impune y las víctimas están cansadas de seguir esperando Justicia. Si hasta las últimas novedades sobre la orden de captura de cuatro nuevos sospechosos se oyeron con desgano y recelo.
Y, sin embargo, son las novedades más importantes que tuvo el expediente desde hace tiempo. Hace un mes, el juez federal Daniel Rafecas hizo lugar al pedido que venía motorizando Basso desde fines del 2022 y firmó la orden de captura nacional e internacional de Hussein Mounir Mouzannar, Alí Hussein Abdallah, Farouk Abdul Hay Omairi y a Abdallah Salman (alias) José El Reda, cuatro miembros de Hezbollah, sospechados de haber prestado su colaboración para la voladura de la AMIA. Los tres primeros residirían en las zonas de la Triple Frontera, entre las ciudades de Foz de Iguazú y Ciudad del Este.
El Reda, que ya está declarado prófugo de la Argentina por la voladura de la Embajada de Israel en 1992, se encontraría en El Líbano. Las sospechas sobre la familia “El Reda” no son nuevas, desde siempre estuvo en la mira Salman “Samuel” El Reda, su hermano. Hoy se sabe que oficialmente su nombre es Salman Raouf Salman, más allá de que se movía con varias identidades.
Lo que la fiscalía da por probado es que Salman era un agente operativo en el exterior del Hezbollah libanés, que a la época de los atentados terroristas residía entre la Triple Frontera y Buenos Aires y que tenía vínculos estrechos, a través de su cuñada, con Mohsen Rabbani, el ex agregado cultural de Irán. Rabbani, como se recordará, también tiene un rol clave en el ataque y está prófugo, con circular roja de Interpol. Su hermano siempre se movió con él como su sombra. El entonces joven ya había tenido problemas con la justicia en los años 90, cuando lo atraparon con “superdólares”, pero logró ser excarcelado gracias a su hermano y nunca más apareció por el país. Para los investigadores está claro que los dos fueron parte de las operaciones de carácter terrorista del brazo armado y clandestino de Hezbollah para concretar los atentados de la AMIA y la Embajada.
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El mismo día que en los portales de los diarios anunciaban la orden de captura de los cuatro nuevos buscados, uno de ellos, Mouzannar, salió de Paraguay.
La noticia había sido adelantada por su abogado a una radio de ese país. Explicó que su cliente no tenía nada que ver con el ataque y que salió de Paraguay “para alejarse del peligro y que nosotros podamos trabajar tranquilos y no bajo presión”.
Según indicaron a Infobae las fuentes consultadas, el reconocido comerciante de la Triple Frontera está en el Líbano. Salió de Paraguay rumbo a Brasil, y de ahí abordó un vuelo con tickets que compró su esposa via Doha a Beirut. Desde allí, y con los movimientos de un abogado argentino, hizo saber en la causa que no se fugó, que viaja habitualmente al Líbano para visitar a su madre enferma y que está a disposición para prestar colaboración. En Paraguay, a pedido de la Unidad de Información Financiera argentina, ya se congelaron sus bienes y la inclusión de sus nombres en el Registro Público de Personas y Entidades Vinculadas a Actos de Terrorismo y su Financiamiento (RePET).
LOS ACUSADOS INTERNACIONALES.
La causa sostiene que la explosión fue ideada y preparada por quienes por entonces ejercían el poder en la República Islámica de Irán, y que fue ejecutada por la organización terrorista libanesa Hezbollah. Hay ocho pedidos de captura sobre los sospechosos que se resisten a ser indagados por los tribunales argentinos. Algunos de esos imputados, sobre los que pesan cinco alertas rojas de Interpol renovadas hasta 2027,circulan por el mundo sin ser atrapados gracias a pasaportes diplomáticos.
La Justicia argentina sostiene que los funcionarios iraníes considerados responsables de decidir, planificar y ejecutar el ataque fueron: Alí Akbar Hashemi Bahramaie Rafsanjani (a la época de los hechos presidente de la República Islámica de Irán), Alí Fallahijan (por entonces Ministro de Información iraní), Alí Akbar Velayati (en aquel tiempo Ministro de Relaciones Exteriores de la nación persa), Mohsen Rezai (por entonces a cargo del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria “Pasdaran”), Ahmad Vahidi (en aquella época a cargo de la fuerza de elite “Al Quds” perteneciente a la Guardia Revolucionaria), Mohsen Rabbani (al tiempo de los hechos Consejero Cultural de la Embajada iraní en nuestro país), Ahmad Reza Asghari o Mohsen Randjbaran (en aquel entonces Tercer Secretario de la representación diplomática iraní en Argentina), y Hadi Soleimanpour (por entonces Embajador de la República Islámica de Irán en Buenos Aires).
También figura Imad Fayez Moughnieh, quien estaba a cargo del Servicio Exterior de la agrupación terrorista libanesa y acusado de dirigir el grupo que atacó la sede de la mutual judía en Buenos Aires. Según se pudo establecer, ya falleció al igual que el ex presidente Rafsanjani y por lo tanto se ordenó sus respectivos sobreseimientos. A esa lista se sumaron ahora los sospechosos del Líbano. » Los viejos prófugos están en Irán y los nuevos están en el Líbano. Y ya sabemos que, al igual que Irán, Líbano no va a colaborar nunca para que sean juzgados por otro Estado”, admiten a Infobae los investigadores judiciales.
DE LA INTELIGENCIA A LA CAUSA .
Uno de los problemas con los que se topó una y otra vez la investigación fue con que las fuentes de información son de inteligencia y es muy difícil traducir eso al mundo judicial.
Lo decía el propio Alberto Nisman en enero de 2015 tras denunciar a la entonces presidenta Cristina Kirchner por haber intentado encubrir el atentado a través de la firma del Memorándum y antes de aparecer muerto, con un tiro en la cabeza, en el baño de su departamento. En el 2015, se ordenó la desclasificación de toda la documentación de inteligencia relacionada a la causa. Pero se trata de una tarea titánica. Y fueron años de idas y vueltas hasta poder acceder. En el medio, apareció la pandemia. Y cuando estaban por llevar los documentos al palacio Barolo, hubo que sacar las ratas y solucionar los problemas de inundaciones y después resultó que el edificio tenía asbesto. Recién hace unos días se logró mudar gran parte de esos archivos que estaban depositados en una sede de la ex SIDE y ahora faltan llevar lo de una segunda base de inteligencia. El año pasado, el juez Daniel Rafecas exhortó a la fiscalía y al Ministerio de Justicia a entregar la información desclasificada. Hasta que la totalidad de esos documentos no sean revisados, no se resolverá sobre un pedido de 32 sobreseimientos que formuló la fiscalía y que todavía no está resuelto. La expectativa de querellas como Memoria Activa y APEMIA es encontrar más pruebas de la responsabilidad del Estado argentino por la mala investigación, mientras que las entidades descreen que entre ese material pueda estar la clave de los que pusieron la bomba y sus cómplices.
Por lo pronto, los familiares están accediendo a esa documentación de a poco, por la complejidad que es digitalizarla o individualizarla rápidamente. En la fiscalía hay un equipo especializado -varios de ellos vienen de la comisión de la memoria- para poder clasificarla.
Qué se probó en la causa.
El 18 de julio de 1994, a las 9.53, un coche-bomba subió a la vereda e impactó contra el frente del edificio de la AMIA, en Pasteur 633. La camioneta Trafic llevaba en el furgón, entre los asientos y el buche de las ruedas traseras, la combinación entre nitrato de amonio, con el agregado para potenciar el nivel de destrucción de aluminio, un hidrocarburo pesado, trinitrotolueno (T.N.T.) y nitroglicerina. La carga explosiva fue similar a unos 300 o 400 kilos de TNT. La explosión provocó la muerte de 85 personas y heridas en 151, además de destrozos en 200 metros a la redonda. La confirmación llegó a través de una reconstrucción que se hizo al año del ataque, en las instalaciones de una fábrica de pólvoras y Explosivos “FANAZUL”, en Azul. La camioneta Trafic que se usó quedó destrozada, casi en un calco, como la que estalló en la AMIA. FUENTE : infobae.com