ESTIMADO LECTOR:
En este tiempo compartido, de comunicacion, con muchos de ustedes, ya nueve años, cada semana le dedico minutos a editar notas del Doctor Avogadro.
Es sin dudas, el mas consecuente y permanente colaborador de este sitio con sus notas, que infinitos medios locales y nacionales publican cada fin de semana.
Pero debo ser honesto y dar razon de tal permanencia.
El Dr. Avogadro es un prestigioso consultor de empresas, conocido y respetado nacionl e internacionalmente, con muchos años en actividad.
Pero para buendianoticia.com es un Maestro y amigo, su criterio y buen razonamiento nos ayuda a pensar, agregando claridad a los conceptos que trato de poner a disposicion de usted, cuando de tomar algunas decisiones desde lo civico se trata.
Y no se trata de cambiar su forma de pensar, solo intento darle argumentos para que usted elija lo que cree mejor.
Dicho esto le transcribo el ultimo correo que intercambie con el Dr. Avogadro.
« Muchas gracias, Rodolfo.
El sábado desayuné con una buena noticia: las reservas hoteleras para el próximo fin de semana se han desmoronado, en comparación con lo que sucedió el año pasado.
Si bien es obvio que lo lamentarán todos aquellos que viven del turismo y, sobre todo, del oficialismo que se negó a trasladar el feriado, mi alegría se debe a que mis conciudadanos han privilegiado el voto en el ballotage al descanso familiar, y eso habla muy bien de nuestra cultura democrática.
Antenoche asistimos al debate presidencial que tantas expectativas suscitó y que, definitivamente, resultó insulso y aburrido; Massa, fullero, cínico y mentiroso serial, fue en teoría el claro ganador porque inexplicablemente, Milei se abstuvo de atacar al Aceitoso tirándole por la cabeza las eternas contradicciones en que incurrió en los últimos años, su condición de partícipe necesario en el juicio político a los miembros de la Corte Suprema, los irrefutables datos que prueban su monumental fracaso como cabeza del Ministerio de Economía y, sobre todo, su delictivo proceder con los fondos públicos para apuntalar, desde el más abyecto clientelismo, su sorprendente candidatura.
Me parece que el resultado de este crucial debate sólo podrá haber incidido en el ánimo de algunos de los aún indecisos, ya que ambos contendientes tienen ya un caudal propio, duro e inamovible; pero son tantos los votos en disputa que conquistarlos se ha transformado en vital para los dos candidatos que aspiran a llegar a la Presidencia.
La semana pasada, las redes fueron implacables con Agustín Chivo Rossi, candidato oficialista a Vicepresidente, y lograron que los miembros de las fuerzas armadas y de seguridad y sus familias, impulsadas por el excelente desempeño en el último debate de Victoria Villarruel, su contendiente, y por los varios videos de oficiales retirados que desenmascararon a Rossi, se encolumnaran detrás del Peluca Milei.
Quienes estamos preocupados por una eventual reedición, en peor versión y por veinte años más, de cuanto vivimos bajo el kirchnerismo, debemos instar a nuestros amigos y conocidos a votar positivamente, aunque lo hagan tapándose la nariz por el disgusto de tener que optar por un mal menor; la abstinencia y el voto en blanco favorecen a Massa, triunfador en la primera vuelta.
De todas maneras, el estado anímico de nuestra sociedad es tan grave que quienquiera que sea el próximo Presidente tendrá muy acotados sus márgenes de maniobra, pese a la urgencia con que deberá actuar en una economía tan caótica; el umbral de tolerancia, después de tanto sufrimiento, será muy bajo y todo señala que viviremos grandes convulsiones.
Ya falta poco para que termine, definitivamente, esta campaña electoral tan prolongada y podamos reducir el consumo de ansiolíticos.
En algún momento, debiéramos modificar otra vez nuestra Constitución para volver a los períodos presidenciales de seis años, puesto que, con los actuales, resulta imposible gobernar si tenemos elecciones todos los años impares, cuando todo se paraliza.
En especial, debemos separar mucho las elecciones internas (que deben dejar de ser abiertas) de las generales, para que permitir que las heridas que dejan entre los competidores puedan ser suturadas con tiempo y no pongan en juego la unidad de las alianzas y partidos.
Con una fuerte esperanza de recuperar la República y sus leyes, un gran abrazo.»
Enrique Guillermo Avogadro.
Abogado
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