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Por : OSCAR MARTINEZ .
Buenas tardes, Rodolfo Atilio,
Sergio Massa, ministro-candidato ¿mindato? ¿candistro? viajó a Washington para cerrar definitivamente el acuerdo con el Fondo. En verdad, para recoger US$7.500 millones y pagarle al mismo FMI unos US$6.500 millones. Un negocio de dudosa productividad (en términos mileinianos) dictado por las urgencias más filosas. Como ser, por caso, reservas netas negativas de US$8.500 millones a finales de julio. Una duda: si las reservas son negativas, ¿de dónde saca el BCRA los dólares?
Llega con parte de los puntos acordados en el portafolio: devaluación, suba de tasas y cepo reforzado. Por ahora. El aparato económico, no el mercado, reaccionó con la memoria de las crisis recurrentes de la Argentina. El dólar blue despegó como un misil y sube un 110% en el año, el doble de la inflación. También treparon fuerte los dólares financieros, MEP y CCL. Sus valores cambian por horas y el gobierno no tiene instrumentos para controlarlos. Se mantiene por tercer día el «apagón importador» («Se cayó el sistema», ¿le suena?). Las petroleras, al menos dos de ellas, subieron los precios por encima de los acuerdos previos.
En julio el consumo cayó un notable 15,8% que llega a 16,1% en la primera semana de agosto. Las consultoras que miden precios de manera electrónica ya anticipan un aumento de casi el 13% en los alimentos en los primeros días de agosto, con un pronóstico de 180%/200% para fin de año. Frente a esto, la propuesta oficial es un acuerdo de precios que llegará, si llega, muy tarde. La deuda pública, en tanto, llegó al nuevo récord de US$405.000 millones de dólares que, vale la pena decirlo, no se saben dónde están.
Caminando entre las piedras
Este temblor (homenaje a Soda Stereo) es el comienzo. Los comercios remarcan por instinto y dejan de vender ciertos productos. En los súper que tienen productos, la gente se stockea y paga con la tarjeta de crédito. Cualquier cuota será muy barata en los próximos meses. Se reabrirán paritarias. Y todos sabemos cómo seguirá esto. La Argentina tiene recidivas de crisis. Y en diciembre, más allá del nombre del ganador de las elecciones, seremos todos, excepto los de siempre, más pobres en un país más chico.
Todos caminamos entre las piedras. Y sabemos de gente que puede tener temor, pero muy pocos sienten vergüenza. Se sabe que apelar a letras de canciones conocidas «Cuando pase el temblor» o frases descontextualizadas de famosos siempre paga. En este caso, recomendamos releer la letra con una semiótica acorde al momento. O al menos con buena onda.
Y hay un motivo para relajarnos un poco: la reflexión económica suena aventurada en medio del ajuste sin plan, lanzado sin anestesia por el Gobierno. Un ajuste que además de raíces económicas, podría involucrar de manera definitoria el ordenamiento político hasta octubre y más todavía. Las medidas puntuales, sus causas y efectos, y los análisis más afiatados los tiene en Clarín, estimado lector. Así que vamos a recurrir a una mesa de amigos, descorchar una botella y comenzar la charla.
«Voto útil»… ¿para quién?
Por ejemplo, ¿los votantes de Javier Milei habrán escuchado decir que la Justicia Social es una estafa? No es un juicio moral. El grueso de sus seguidores pertenece mayoritariamente a barrios humildes, bajos niveles de ingreso y menores de 40 años. La democracia no les cambió la existencia. Lejos de cualquier esperanza, las elecciones, los candidatos, las promesas, las votaciones, etcétera, no les permitieron mejorar su calidad de vida. Esa especie de «voto útil» teñido de frustración y rabia, una mirada pragmática y nada ideológica que ofende a ciertos sectores sociales, puede ser un tiro en el pie para quienes más necesitan una vida mejor. De alguna manera, podría leerse como la revancha de los Bussi, Rico y Patti’s, entre otros, electos democráticamente.
También podríamos preguntarnos qué sentiría el ministro-candidato el domingo a la noche, en el «búnker» de Unión por la Patria (UP), mientras escuchaba a sus compañeros de espacio político despotricar contra el Fondo Monetario Internacional. Seguramente, antes de la sonrisa cómplice, el equipo de trabajo del candidato-ministro cerraba los anuncios del lunes: devaluación, suba de tasas y más cepo, para sintetizar. El grueso de los temblores vendrá con los aumentos de tarifas y de combustibles, la suba en el precio de los alimentos, el freno a la actividad y otras típicas medidas de ajuste que pide el denostado Fondo. «Hay una grieta…..»
Cómo pararse después del temblor
El «éxito» del 6,3% de inflación de julio quedará totalmente opacado por las remarcaciones brutales de estas horas. Todo se remarca. Y nada ni nadie se mueve en el mundo de los negocios. Son días de alta incertidumbre. Y no sólo económicas. La condición «innegociable» que le habría puesto Cristina Kirchner a Massa era la no devaluación. ¿Y ahora? ¿Será un planeta con desilusión?
Respecto a Juntos por el Cambio, que pintaba como la interna para elegir el próximo presidente, quedó preso de una discusión que subió tanto de temperatura que amenaza con disolver la soldadura de las partes. El inexplicable ninguneo de Mauricio Macri a los radicales (en su desastrado gobierno hubo pocos seguidores de Alem y ninguno en economía) genera dudas sobre el traspaso de votos a su delfina Bullrich. Seguramente ganarán intendencias e incluso gobernaciones, pero suena que se hará muy cuesta arriba la campaña presidencial. El rival era otro. Ya no tendrán que hablar en ese cráter desierto.
Pero el plato fuerte es la Provincia de Buenos Aires, que podría convertirse en un nuevo lugar de exilio para los miembros de UP de ser derrotado el peronismo. Como fue Santa Cruz e intendencias bonaerenses compañeras después de la derrota de 2015. Con un dato a mencionar: sin un gobierno nacional amigable, o sea sin dinero extra por debajo de la mesa, suena complicado administrar la provincia más grande y refugio del peronismo kirchnerista.
Justo en este momento, llegó la segunda botella. Si hay remarcación, que no duela. Nos reencontramos el próximo miércoles.
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