El lago Crawford, un pequeño cuerpo de agua en Ontario, Canadá, se está proyectando como el lugar que mejor registra los impactos de la humanidad sobre la Tierra. Los científicos están tratando de definir una nueva época geológica para reconocer los cambios que hemos hecho en el planeta, y el lago Crawford es su modelo. Sus sedimentos han capturado las consecuencias de la intensa quema de combustibles fósiles e incluso el plutonio de las pruebas de bombas atómicas. Los lodos serían un símbolo del inicio de la propuesta época del Antropoceno. Los investigadores quieren reconocer su importancia convirtiéndolos en una «punta dorada», o más correctamente, en lo que se conoce como Sección Estratotipo y Punto de Límite Global (GSSP, por sus siglas en inglés).
Otras grandes transiciones en el tiempo geológico están asociadas con un GSSP. A menudo, es literalmente un clavo de bronce inserto en algún acantilado que se considera de gran importancia científica.
Pero para Crawford, sería una placa de bronce junto a una sección congelada de los sedimentos, conservada en un museo en la capital canadiense, Ottawa.
«Crawford es simplemente brillante para esto», explicó Simon Turner, investigador del University College de Londres.
«Un núcleo de los lodos de su fondo parece una enorme paleta sucia, pero contiene estos hermosos sedimentos laminados anualmente”, señaló.
«Esas capas anuales registran productos de la combustión de combustibles fósiles, plutonio, cambios en la geoquímica, cambios en la microecología, todo tipo de cosas que marcan el cambio ambiental», agregó Turner, quien es secretario del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno (AWG, por sus siglas en inglés), a la BBC.
Las pruebas nucleares de la posguerra esparcieron plutonio por todo el mundo. Es posible que hayas visto la famosa tabla cronoestratigráfica que aparece en los libros de texto y en las paredes de las aulas escolares, que detalla la historia de la Tierra de 4.600 millones de años. Sus bloques de tiempo, como el Triásico, el Jurásico y el Cretácico, son fáciles de recordar. Actualmente vivimos en la época del Holoceno, que abarca el lapso transcurrido desde el final de la última edad de hielo, hace 11.700 años. Durante la última década, el trabajo del AWG ha sido tratar de establecer si esa tabla debe actualizarse o no. Sobre esta pregunta, el AWG está convencido de que hay razones para ello. También se ha identificado una fecha de inicio formal: la década de 1950. Ésa década marca el comienzo de la «Gran Aceleración», cuando la población humana y sus patrones de consumo se aceleraron repentinamente. Coincide con la expansión de los ubicuos «materiales tecnológicos», como el aluminio, el cemento y el plástico. En los sedimentos de Crawford, los científicos pueden detectar la aceleración año tras año.
En los meses cálidos de verano, el crecimiento de algas hace que el agua del lago produzca diminutos cristales de tiza (calcita) que caen al fondo como una capa blanca; en los meses fríos de invierno, las algas y otros organismos mueren y su materia orgánica se asienta como una capa marrón/negra.
Pero capturados dentro de estas bandas claras y oscuras están los cambios ambientales más amplios alrededor del lago.
Es casi como si los científicos estuvieran leyendo un código de barras en la caja registradora de un supermercado.
«Vemos estas partículas carbonosas esferoidales (SCP, por sus siglas en inglés), ‘cenizas volantes’, que se producen por la combustión a muy alta temperatura de combustibles fósiles, principalmente carbón», dijo la profesora Francine McCarthy de la Universidad de Brock en St Catharines, Ontario.
«Y la razón, por supuesto, para el aumento de estos SCP es que a solo unas decenas de kilómetros de Crawford se encuentra la ciudad industrial más grande de Canadá, Hamilton, donde las acerías han estado operando durante la mayor parte del siglo XX y en el día presente», agregó.
Otro marcador clave -de hecho, el marcador principal– es el plutonio.
Muestras de los lodos de Crawford se enviaron a Southampton en Reino Unido a principios de este año para tratar de determinar dónde exactamente en las capas fangosas aparece por primera vez la presencia del elemento radiactivo y, luego, aumenta.
«Vemos plutonio en sedimentos y otros materiales desde aproximadamente 1945 en adelante, en relación con el programa de prueba de armas atómicas. Pero realmente el punto en el que la sedimentación de plutonio se volvió global fue después de las pruebas de bombas termonucleares de alto rendimiento, a partir de 1952″, le dijo a la BBC el profesor Andrew Cundy, del Centro Oceanográfico Nacional de Reino Unido. «Uno de los isótopos de plutonio que estamos analizando tiene una vida media de 24.000 años, por lo que será visible en los sedimentos durante al menos 100.000 años. Más allá de eso, los SCP seguirán siendo detectables», señaló el experto.
Las muestras enviadas a Southampton marcarán cuándo aparecieron por primera vez los rastros de plutonio.
El AWG quiere elegir un año específico para el inicio de la época del Antropoceno y las pruebas de Southampton influirán en esta decisión.
Es una idea extraordinaria que los geólogos dentro de muchos milenios puedan estar estudiando los sedimentos de hoy para comprender los profundos cambios que los humanos anteriores impusieron sobre la Tierra.
Pero así es como se hace la estratigrafía, el estudio de los depósitos estratificados a lo largo del tiempo.
Tomemos, por ejemplo, Munsley Bog en la Isla de Wight, frente a la costa sur de Inglaterra.
Allí, si se elige el lugar correcto en el suelo empapado, es posible levantar capas de lodo que registran la última gran transición de época: del Pleistoceno al Holoceno.
Los rastros de polen siguen la pérdida de plantas ártico-alpinas y la invasión de abedules y sauces, a medida que retroceden los glaciares del norte de Europa y aumentan las temperaturas.
«Cuando miramos hacia atrás, lo que estamos aprendiendo es que algunas de estas transiciones pueden ser realmente rápidas, en solo 30 o 40 años; dentro de una generación», explicó la profesora Sabine Wulf de la Universidad de Portsmouth.
El AWG presentará sus recomendaciones sobre el establecimiento de una nueva época a la comunidad geológica en general a finales de este año y, en última instancia, dependerá de la Comisión Internacional de Estratigrafía si desea actualizar su famoso gráfico.