Se conocen decenas de galaxias enanas orbitando alrededor de la Vía Láctea, pero Segue 2 es la más pequeña de ellas y podría ser un ejemplo de satélites de satélites galácticos más antiguos que nuestra propia galaxia.
La Vía Láctea es una galaxia espiral barrada bastante típica que contiene al menos 100 mil millones de estrellas y una gran cantidad de planetas, nebulosas, agujeros negros y nubes de gas y polvo. Es nuestra galaxia, y es el hogar del sistema solar. A su alrededor orbitan decenas de galaxias más pequeñas, cada una de ellas con diferentes características que las diferencian. Estas galaxias enanas llevan interactuando con la nuestra desde que se formaron y podrían incluso haberle dado sus brazos espirales. Algunas de ellas están en rumbo de colisión contra la Vía Láctea y otras vivieron uno de estos cataclismos hace relativamente poco. También otras habitan el halo de la Vía Láctea, donde creemos que se encuentra gran cantidad de materia oscura.
Entre las galaxias más pequeñas conocidas en órbita alrededor de la nuestra se encuentra Segue 2, una galaxia enana situada a unos 114 000 años luz de distancia en la constelación de Aries. Es considerada una de las galaxias más pequeñas y más oscuras jamás descubiertas. La galaxia es apenas visible desde la Tierra y se descubrió en 2009 gracias a los datos del Sloan Extension for Galactic Understanding and Exploration SEGUE. Concretamente se utilizó un algoritmo para identificar las sobredensidades presentes en los datos y la confirmación de la existencia de Segue 2 se llevó a cabo mediante imágenes adicionales y espectroscopia de alta resolución. De hecho si esta misma galaxia orbitara alrededor de nuestra vecina más próxima, la galaxia de Andrómeda, probablemente no habríamos sido capaces de detectarla con estos métodos.
Segue 2 tiene una masa estimada de unas 500 mil veces la masa del Sol, lo que la convierte en una de las galaxias más pequeñas conocidas. De hecho, su masa sería unas ocho veces menor que la del agujero negro supermasivo que ocupa el centro de la Vía Láctea. Su tamaño también es extremadamente pequeño, con un radio de media luz (half-light radius en inglés) de apenas 100 años luz. Este radio mide el tamaño de una galaxia del que proviene la mitad de su emisión lumínica. Esto se utiliza porque las galaxias, especialmente las galaxias enanas similares a Segue 2, no suelen tener un borde bien definido. Este valor significa que esta galaxia probablemente no tendrá más de 300 años luz de un extremo a otro. Por comparación, la Vía Láctea tiene un diámetro de aproximadamente 100 000 años luz. No existen fotos de la galaxia Segue 2, pero tiene un aspecto parecido al de Formax, en la imagen. Foto: ESO/Digitized Sky Survey 2 .
Pero a pesar de su pequeño tamaño, Segue 2 es una galaxia interesante. Es uno de los objetos más antiguos del universo, con una edad estimada de alrededor de 13 mil millones de años. Esto significa que Segue 2 se formó poco después del Big Bang, lo que la convierte en un objeto de gran valor para los astrónomos que estudian la formación temprana de estructuras en el universo. Galaxias como Segue 2 podrían ser fósiles de la época de la reionización. Esta época es un período crucial en la historia del universo, que ocurrió cuándo este tenía apenas unos cientos de millones de años de edad. Durante este tiempo, la materia en el universo estaba muy caliente y densa, y se expandía rápidamente. A medida que se enfriaba, la materia se unió para formar estrellas y galaxias, y la radiación emitida por estas estructuras comenzó a ionizar el hidrógeno neutro que llenaba el universo. Es decir, Segue 2 podría estar entre las primeras poblaciones de galaxias que hubo en nuestro universo.
Se especula que Segue 2, junto con otros descubrimientos similares como las galaxias enanas Segue 1, Boo II y Coma, podrían representar una población de satélites de satélites galácticos que sobrevivieron a eventos de acreción que destruyeron a sus progenitores más grandes. Es decir, galaxias como Segue 2 habrían orbitado alrededor de galaxias también consideradas enanas pero algo más grandes que, hace miles de millones de años, pasaron demasiado cerca de la Vía Láctea y fueron devoradas y asimiladas por ella. Tras estas colisiones, los satélites de aquellas galaxias enanas habrían salido despedidos pero sin la suficiente velocidad como para escapar de la influencia de nuestra galaxia.
Pero, ¿por qué es importante estudiar galaxias como Segue 2? Una razón es que nos pueden ayudar a entender mejor el universo en general. Al estudiar la formación de las galaxias enanas como esta, los astrónomos pueden aprender más sobre cómo se formaron las galaxias más grandes y cómo evolucionaron con el tiempo. Además, galaxias como Segue 2 también pueden proporcionar pistas importantes sobre la naturaleza de la materia oscura, el componente principal de la materia del universo. Estas galaxias enanas habitan el interior del halo galáctico, donde creemos que se concentra gran parte de la materia oscura que contiene la Vía Láctea. Actualmente sabemos inequívocamente de la presencia de la materia oscura, pero desconocemos de qué está formada. El estudio detallado de objetos como esta galaxia enana pueden ayudarnos a resolver este misterio.
Referencias:
- Belokurov, V.; Walker, M.G.; Evans, N.W.; et al. (2009). «Segue 2: A Prototype of the Population of Satellites of Satellites». Mon. Not. R. Astron. Soc. 397 (4): 1748–1755. doi:10.1111/j.1365-2966.2009.15106.x
- Evan N. Kirby et al, 2013, SEGUE 2: THE LEAST MASSIVE GALAXY, The Astrophysical Journal, 770 (1), DOI 10.1088/0004-637X/770/1/16