Qhapaq Ñan – Sistema Vial Andino.
Un Informe de : BERNARDO GONCALVES BORREGA. Director Asociado. Nuevamente Parques Nacionales nos trae otra de las hermosuras geográficas de la America y desde Buendianoticia.com queremos compartirla con usted, amigo lector.- Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en junio de 2014, el sistema vial andino Qhapaq Ñan es la mayor obra de ingeniería conocida realizada por los adoradores del dios Inti.
Con una extensión de 30.000 km, atraviesa varios países de la región y dos de nuestros Parques Nacionales: las ruinas de la Ciudacita en el Parque Nacional Aconquija y el tramo Llano de los Leones en Parque Nacional San Guillermo.
El sistema de caminos de los Andes fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El Qhapaq Ñan-Sistema Vial Andino ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO como Itinerario Cultural Transnacional y Seriado en la ciudad de Doha, Estado de Qatar.
El sistema de caminos de los Andes fue una de las soluciones más importantes creadas por el hombre para un mejor aprovechamiento de los distintos ecosistemas andinos y para vincular a los pueblos ubicados en sus varias regiones, favoreciendo la interacción de los valores sociales, económicos, culturales, tecnológicos, políticos e ideológicos a lo largo del Tawantinsuyu; conocido desde el siglo XVI como Qhapaq Ñan (Gran Camino).
Esta red de caminos de más de 30000 km de largo conectaba varios centros de producción, administrativos y ceremoniales construidos en más de 2000 años de cultura andina pre-inca.
Su importancia radica no sólo en su magnitud, sino también en la notable ingeniería aplicada en la agreste geografía, así como en la capacidad de organizar y unificar el inmenso territorio andino y en el manejo efectivo de las poblaciones asociadas, cada una de ellas con tradiciones propias que continúan vigentes.
El Qhapaq Ñan es producto de la acumulación de múltiples experiencias de las sociedades que habitaron el territorio andino a lo largo de siglos de historia.
Se sabe que los diferentes pueblos originarios trazaron caminos y rutas que luego las incas incorporaron y articularon a su propio sistema caminero.
Es un itinerario cultural, transnacional y seriado, que constituye una obra física única, de gran trascendencia para la historia de la humanidad y de escala continental para América del Sur.
Su construcción plasmó una extraordinaria red caminera planificada y articulada que atravesaba una de las geografías más accidentadas y extremas del planeta, caracterizada por albergar la mayor diversidad biológica mundial acompañada por una enorme diversidad cultural.
Todos los territorios estaban ligados al eje longitudinal de la Cordillera de los Andes, que hacía posible conectar los pueblos y paisajes dentro de una sola matriz caminera, con ejemplos tecnológicos excepcionales de viabilidad, de arquitectura y de ingeniería, solucionando las múltiples dificultades del terreno y adaptándose a sus variables paisajísticas.
Todo ello por medio de puentes, escaleras, cunetas y empedrados, que aseguraban, gracias a un específico programa de mantenimiento, la continuidad, seguridad y conservación del Qhapaq Ñan, a la par que señalizaciones, almacenes y postas de reposo y abastecimiento (tambos) facilitaban el tránsito a lo largo de la ruta.
Esta extensa red usada por los Incas principalmente en el siglo XV llegó a conectar y comunicar los diversos territorios, y sus particulares desarrollos, de lo que hoy son los países andinos de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.
Por sus caminos circularon ejércitos, poblaciones íntegras, cuyo número podía ser superior a cuarenta mil personas, acompañados por un número significativo de caravanas de llamas, que trasladaban bienes y materias primas.
En nuestro país atraviesa siete provincias: Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza.
Los segmentos del Qhapaq Ñan y sitios asociados propuestos por Argentina son testimonio tangible de un fenómeno de integración multicultural y de diversidades ecológicas sin parangón en la historia mundial, incluyendo los desafíos logísticos implicados (extracción y almacenaje de recursos agrícolas, pastoriles y mineros, movilización de mano de obra y aprovisionamiento de vías que surcan vastos desiertos), de una manejo militar y cultural excepcional de las fronteras políticas y de una tradición espiritual única en el mundo, que rindió culto a las montañas practicando ritos y sacrificios en adoratorios erigidos en numerosas cumbres de más de 6000 metros de altura.
El Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) de la Dirección de Patrimonio y Museos del Ministerio de Cultura de la Nación, ha trabajado por más de diez años en forma conjunta con las siete provincias argentinas y los seis países del área andina en la elaboración, puesta en valor y reconocimiento del valor universal excepcional de este bien.
Este proceso ha tenido lugar a través de un dialogo constante con las comunidades locales, y de una intensa gestión participativa; con el acompañamiento permanente de el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, al cual se ha sumado el Ministerio de Turismo de la Nación, a través de la elaboración del Plan de Uso Público.
El Qhapaq Ñan Sistema Vial Andino y los sitios arqueológicos asociados constituyen el vínculo de las comunidades con su historia, con sus antepasados, con su territorio; además de ser elementos fortalecedores de la identidad cultural.
Su declaratoria como Patrimonio Mundial no sólo es una revalorización y fortalecimiento de la identidad y la diversidad cultural, sino que al mismo tiempo se convierte en una posibilidad para generar iniciativas de desarrollo local, que contribuyan a la conservación del bien, del medio ambiente y a la mejora de la calidad de vida de las comunidades.
El Camino también expresaba su armoniosa relación con su gente y su adaptación al complejo paisaje andino.
Hoy en día, el paisaje cultural del Qhapaq Ñan forma un excepcional telón de fondo, en donde las culturas andinas continúan transmitiendo un mensaje universal: la habilidad humana para convertir uno de los escenarios geográficos más duros del continente americano en un entorno habitable.
Hoy los estados de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú han traducido esa herencia viva en un proyecto de integración transnacional, que se compromete a salvaguardar la excepcionalidad de este patrimonio cultural común de Andino América, legado único para el mundo.
La República Argentina ha seleccionado trece segmentos de camino en las siete provincias involucradas y treinta y dos sitios arqueológicos asociados.
La longitud total de los tramos de camino propuestos para la nominación es de 118,527 km.
Los segmentos argentinos del Qhapaq Ñan ilustran muy bien la capacidad de los Incas, tanto para vencer los obstáculos del medio, como para aprovechar las potencialidades que sus variaciones encierran para las poblaciones humanas.
La sección Complejo Ceremonial Llullaillaco que transcurre entre los 4800 y 6670 metros sobre el nivel del mar ofrece el ejemplo más sorprendente de la capacidad de los Incas de dominar la cima de los cerros, erigiendo caminos y edificios a mayor altura que ninguna otra población de la historia.
Fue el único pueblo que ocupó sistemáticamente, como parte de su religiosidad, las cumbres de uno de los grandes sistemas montañosos del mundo.
Esta larga tradición tuvo por protagonistas a los espíritus de los cerros (apus).
Se han registrado más de un centenar de santuarios, a diversa altura y de distinta complejidad, que pueden incluir altares, recintos ceremoniales, ofrendas y sacrificios humanos (capacocha).
Como es sabido, el Qollasuyu, y el Noroeste argentino en particular,
alberga la mayor proporción de los santuarios de altura del Tawantinsuyu.
De la redacción.
Los niños de Tawantinsuyu.
Las momias incaicas se mantienen perfectas.
El Imperio incaico, Imperio inca o Tahuantinsuyo (españolización del topónimo en quechua: Tawantinsuyu, lit. ‘las cuatro regiones o divisiones’) fue el imperio más extenso y desarrollado en la América precolombina. Al período de su dominio se le conoce como Incanato o Incario. Surgió en la región de los Andes peruanos entre los siglos XV y XVI como consecuencia de la expansión del curacazgo del Cuzco, siendo la segunda etapa histórica y el período de mayor apogeo de la civilización incaica. Abarcó 2 500 000 km² entre el océano Pacífico al oeste y la selva amazónica y el Gran Chaco en el este, desde el río Ancasmayo (Colombia) al norte hasta el río Maule (Chile) al sur.
Los orígenes del imperio se remontan a la victoria de las multietnias, lideradas por Pachacútec frente a la confederación chanca en Yawarpampa, a mediados del siglo XV, hacia 1438. Luego de la victoria, el curacazgo incaico fue reorganizado por Pachacútec, con quien el Imperio incaico inició una etapa de continua expansión, que prosiguió con su hijo el décimo inca Amaru Inca Yupanqui, luego por parte del undécimo inca Túpac Yupanqui, y finalmente del duodécimo inca Huayna Cápac, quien consolidó los territorios. En esta etapa la civilización incaica logró la máxima expansión de su cultura, tecnología y ciencia, desarrollando los conocimientos propios y los de la región andina, así como asimilando los de otros estados conquistados.
Luego de este período de apogeo el imperio entró en declive por diversos problemas, el principal la confrontación por el trono entre los hijos de Huayna Cápac: los hermanos Huáscar y Atahualpa, que derivó incluso en una guerra civil. Entre los incas la viruela acabó con el monarca Huayna Cápac, provocó la guerra civil previa a la aparición hispana y causó un desastre demográfico en el Tahuantinsuyo. Finalmente Atahualpa vencería en 1532. Sin embargo su ascenso al poder coincidió con el arribo de las tropas españolas al mando de Francisco Pizarro, que capturaron al inca y luego lo ejecutaron. Con la toma del Cuzco en 1533 culminó el Imperio incaico. Sin embargo, varios incas rebeldes, conocidos como los «Incas de Vilcabamba», se rebelaron contra los españoles hasta 1572, cuando fue capturado y decapitado el último de ellos: Túpac Amaru I.
Los incas consideraban a su rey, el Sapa Inca, como el «hijo del sol». Muchas formas locales de adoración persistieron en el imperio, la mayoría de ellas relacionadas con las sagradas Huacas locales, pero los líderes incas alentaron el culto al sol de Inti – su dios del sol – e impusieron su soberanía por encima de otros cultos como el de Pachamama.
La economía inca ha sido descrita de manera contradictoria por los eruditos: como «feudal, esclavista, socialista». El imperio Inca funcionó en gran parte sin dinero y sin mercados. En cambio, el intercambio de bienes y servicios se basó en la reciprocidad entre individuos, grupos y gobernantes incas. ‘Impuestos’ consistía en una obligación laboral de una persona para el Imperio. Los gobernantes incas (que teóricamente poseían todos los medios de producción) correspondían otorgando acceso a la tierra y los bienes y proporcionando alimentos y bebidas en las celebraciones de sus súbditos.
El Emperador Pachacútec adorando a Inti en el templo Coricancha, dibujo de Martín de Murúa.