Ante muchas consultas sobre el discurso de apertura de sesiones respondo por este medio:
¿Què escuchè ? ¿Què escuchamos…??
Una segunda voz me emerge desde el fondo del pensamiento e intenta con esfuerzo tomar la palabra central.
Una voz extraña, melancólica y a la vez visionaria, racional pero de una racionalidad desatada, liberada de todos sus límites e incontenible. Una voz peligrosa para estos tiempos:
LA VOZ DE LA RAZÓN, de la razón alucinada;
LA VOZ DE LA INTELIGENCIA, de la inteligencia redimida de toda miseria;
LA VOZ DEL ENTENDIMIENTO, del entendimiento patrocinador portador de una verdad lógica y perfectamente cerrada sobre sí que se ha alejado de nuestro país hace ya mucho tiempo , de la mano del alfosinismo-peronismo y no deja espacio para ser discutida.
De ella surge la necesidad de ponerle límites a la IRREFLEXIÓN y así evitar que se desborde la insania o vesania que la excentricidad del presidente y su vice nos tiene acostumbrados y asì poder salvarnos de su propia locura.
Esto , solo esto, me dejò este discurso pendenciero y bravucòn y que todo lo demàs fue baldaquín de un producto teatral melodramàtico.
Que Dios se apiade de nuestra naciòn.
Fernando Castro Pinto.