El cepo, el único ancla para la veleta económica
Por : OSCAR MARTINEZ .
Hace 22 años, se trató de una actividad claramente organizada y destinada a voltear a un gobierno. Eran saqueos armados sin redes sociales. Esta vez, son actos de pillaje sin mayor ni clara intencionalidad política. Aunque siempre hay alguien que convoca y que podría beneficiarse de esos sucesos. Pero son hechos que conmueven y siguen lastimando la castigada piel de los argentinos. Y suena despreciable que en el gobierno culpen a un candidato por esos eventos. La política se volvió muy miserable.
La única coincidencia es que la Policía bonaerense no apareció. Y la gran diferencia es que ahora nadie busca anticipar el retiro del gobierno. Por suerte todavía no apareció Quebracho, esperando quizás que algún servicio le ponga la plata.
El equilibrio del ministro-candidato.
Ahora dejamos la historia. Sergio Massa está desarrollando un viaje que, quizás, sea el más importante de su gestión como ministro. Y sobre todo como candidato. Ya quemó sus naves y su futuro -y también su presente- están pendientes de sus logros en Washington. Sobre todo, su relación con el gobierno estadounidense, que desea que sea más que la «gran esperanza blanca del peronismo», una figura que Carlos Menem (sin patillas) dejó vacante cuando tuvo que abandonar la Rosada. Si puede y lo dejan, claro.
La pregunta a responder, de fondo-fondo, es si estará en condiciones de gobernar (si gana las elecciones, obvio) sin la interferencia de los sectores más radicalizados de su partido. Más aún, ¿cómo podría hacerlo si su compañero Axel Kicillof gana su elección y ofrece el espacio bonaerense como refugio para los desplazados de la Nación? El Riachuelo y la General Paz no son precisamente infranqueables.
Suena apasionante, ¿no? Pero no es una mesa de arena. Sin total apoyo político al candidato-ministro se le hará muy cuesta arriba llegar bien parado a las elecciones y mucho menos al previsible ajuste postelectoral. Que sólo sería demorado en caso de ser parte del ballotage.
Un cerrojo para la inestabilidad .
Pero volvamos a lo nuestro, la economía. La devaluación y la suba de tasas provocó una polvareda que se fue aplacando con los días. Pero el daño ya está hecho y se verá reflejado en los índices de inflación de, al menos, los próximos tres meses. Elecciones incluidas.
La volatilidad y la inestabilidad siguen mandando. Y en realidad el único ancla para la veleta económica es el cepo. Sin el cerrojo a las divisas habría mucho más desbande que el actual sube y baja (precios e ingresos, respectivamente).
En el entorno de Economía hablan de, al menos, dos medidas por día para enfrentar las consecuencias previsibles de la devaluación y la suba de tasas. Política electoral para todos. Pancutan para las quemaduras de los fuegos oficiales. Y con buena onda uno se pregunta: si saben que pasará esto, ¿por qué no lo anticipan?
La devaluación de casi el 22% fue para cumplir con uno de los pedidos históricos del Fondo. Se supone que así se podría exportar más e importar menos. Truco estéril. En verdad, lo que más importa es achicar la brecha entre el dólar oficial y los otros, los reales: blue, CCL y MEP. Hasta el 11 de agosto, la brecha rondaba el 100%. Luego de la devaluación del 14 de agosto, la brecha oscila entre el 95% y el 100%. Mucho fuego sobre los precios y otras variables para tan poca brasa.
Desde Economía hablan de medidas para los asalariados, jubilados, AUH y pymes. ¿Ahora? ¿Y los precios? ¿Y el nivel de actividad? ¿Y el empleo y los ingresos? Los precios arrancaron con fuerza. ¿Para cuándo las curitas por tanto pasarla mal y cada vez peor?
A ver, si a Massa le sale bien la jugada, será una especie de mago renacido con toda la polenta para enfrentar solito y solo a Javier Milei, el Godzilla que la crisis nos legó.
Y JxC, ¿dónde está? Patricia Bullrich y Mauricio Macri, ¿qué partido van a jugar? El ex presidente compite en un campeonato de bridge en Marruecos (no es una fake) ¿Y su delfina? La interna devora mentes y corazones de los políticos con pocos callos en la mano.
Ahora, si no le sale el conjunto de parches siempre detrás de los acontecimientos, será el Massaso, como actualización del Rodrigazo de 1975 que desató lo peor de todo lo vivido.
Ahora no será para tanto, pero nadie se lo merece porque ya lo vivimos y sufrimos.
Un poco de «chuavechito» para algo que nadie eligió.
Es pertitente recordarlo, aunque la mayoría de los electores locales nacieron mucho después y ni saben de qué se trata.
Los audaces que juegan al dólar.
El Banco Central, es verdad, sigue comprando dólares (US$1.700 millones Massa dixit»). Poquito para el tamaño de la economía argentina, pero compra. Ahora bien, si el agro no esta liquidando divisas (como se sabe que sucede), ¿quién está vendiendo dólares?
Una versión habla de inversores audaces, que apuestan al «carry trade». O sea, vender divisas (con precio fijo hasta el 31 de octubre y quizás algo más) y poner los pesos obtenidos a una tasa de interés que ronda el 10% mensual y recomprar dólares MEP o CCL luego. Jugada para audaces. El Gobierno fijó el dólar a $350 hasta finales de octubre y en el mercado de futuros la divisa cotiza a $435 para ese mes. No parece un gran negocio, excepto que suceda algo que por ahora es misterioso.
En el mientras tanto, el FMI entregará unos US$7.500 millones y se llevará su parte. El Gobierno pagará los cables que le tiraron amigos en la CAF y el Fondo catarí. Pero además, anunció casi US$1.300 millones en préstamos adicionales de organismos amigos, por decirlo sutilmente.
De ser así, la búsqueda de dólares (deuda, no olvidar) tiene buen pronóstico para el país y para Massa.
Siempre en el corto plazo que, en nuestro caso, no supera los siete días.
Nada de eso resuelve los problemas de la gente.
Bajar la inflación, un poco nada más, está en manos de un conjunto de burócratas que intentan convencer a grandes empresas de subir sus precios un 5% mensual. Con otros aumentos previstos en tarifas, por caso, la inflación no se escaparía de un 7%-9% cada 30 días. Y eso es mucho, demasiado, para quienes tienen -con suerte- ingresos mensuales fijos. Salarios, jubilaciones, pensiones y similares, que se actualizan cuando la voluntad oficial así lo decida.
Hasta aquí llegamos hoy. Disculpas por la extensión del Bolsillo.
Nos reencontramos el próximo miércoles.
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