UN REPTIL EN LA ONU . . .

Al atacar Ucrania y bombardear ciudades, especialmente edificios de viviendas, hospitales, escuelas y estaciones de transporte, asesinando centenares de seres humanos, en su mayoría civiles, Putin viola los principios de convivencia humana consagrados en el organismo mundial.

Por : Luis Gonzales Posada .

Al atacar Ucrania y bombardear ciudades, especialmente edificios de viviendas, hospitales, escuelas y estaciones de transporte, asesinando centenares de seres humanos, en su mayoría civiles, Putin viola los principios de convivencia humana consagrados en el organismo mundial.

Lo hace con cinismo, absoluta impunidad y desprecio a las leyes internacionales.

No ha tenido reparo en contratar mercenarios –Grupo Wagner– para que maten cientos de seres humanos, la mayoria civiles, muchos de ellos lanzados a fosas comunes con las manos enmarrocadas y señales de torturas.

Tampoco ha tenido reparos en suspender el aprovisionamiento de gas a Europa, privando a sus habitantes de calefacción en un invierno varios grados bajo cero.

Moscú anuncia, asimismo, que bloqueará el transporte de granos y fertilizantes por el Mar Negro, afectando al Programa Mundial de Alimentos de la ONU y con ello a los pueblos más pobres del África.

Ante este acto de barbarie, el secretario general de la ONU, António Guterres, aseguró que “cientos de millones de personas se enfrentarán al hambre”; es decir, a la muerte.

Más grave aún, el dictador advierte que lanzará bombas nucleares a Ucrania y a sus aliados. Para que no se piense que es una bravuconada ha emplazado ese mortífero armamento en Bielorrusia, gobernado por otro tirano, Alexsandr Lukashenko, y uno de sus secuaces afirma que cada bomba que arrojarán es 3800 veces más potente que la utilizada en Hiroshima.

Estas atrocidades, propias de un psicópata, recuerdan las reflexiones de la fallecida ex secretaria de Estado de EE. UU, Madeleine Albright, que describió a Putin como “pequeño y pálido, tan frío que es casi un reptil”.

Luego, anotó en el diario norteamericano New York Times: “En lugar de allanar el camino a Rusia hacia la grandeza, invadir Ucrania asegurará la infamia de Putin al dejar a su país dramáticamente aislado, económicamente paralizado, estratégicamente vulnerable frente a una alianza occidental más fuerte y unida. Las sanciones devastarán no solo la economía de su país, sino también a su estrecho círculo de compinches corruptos. Lo que seguramente será una guerra sangrienta y catastrófica agotará los recursos rusos y costará vidas rusas, al tiempo que creará un incentivo urgente para que Europa reduzca su peligrosa dependencia de la energía rusa”.

Con la guerra de anexión el apellido Putin queda registrado en el cartel de genocidas, al lado de Hitler, Stalin, Pol Pot, al mismo tiempo que el apellido Zelensky forma parte de la galería de luchadores por la libertad y la democracia, que además ha logrado unir Europa bajo las banderas del humanitarismo y fortalecer a la OTAN.

Una anotación final: mientras los Gobiernos occidentales responden con vigor a la barbarie, en América Latina existe un temeroso silencio, salvo excepciones, como el presidente chileno Gabriel Boric, que en la Cumbre UE-Celac reprobó duramente la invasión rusa, mientras las otras delegaciones – incluido el Perú – se refugiaron en el silencio.

En cambio, Nicaragua, Cuba y Venezuela fueron mas transparentes al ofrecer sus territorios para el entrenamiento de las Fuerzas Armadas soviéticas, en infame y penosa demostración de vasallaje por coincidencias políticas y/o granjerías económicas.

En ese contexto, sería un acto de complicidad comprar armamento o repuestos a Moscú, porque violaría las sanciones internacionales.            Por ello, haría bien el Gobierno en aclarar la versión de que una empresa privada colombiana (Helistar) está reparando aviones y helicópteros rusos con materiales de esa procedencia.

Con una visión geopolítica mayor, ahora es una magnífica oportunidad, un tiempo histórico, para que nuestro país cambie la matriz de adquisiciones de Rusia hacia Occidente.

Hacerlo sería una señal de repudio hacia un régimen genocida y de compromiso con los sistemas democráticos coaligados contra una guerra de anexión territorial que dinamita el derecho internacional y humanitario.

«Las opiniones aquí publicadas son responsabilidad absoluta de su autor».

Origen: Un reptil en la ONUInteramerican Institute for Democracy