Historias de subordinación y valor.-
«Los soldados miran al cielo», del Tte. Cnel (R) Rodolfo Richter, narra una selección de combates centrados en la lucha contra la guerrilla y la guerra de Malvinas. Sus páginas recuperan el arrojo y la entrega de veteranos borrados del relato oficial.
POR : JORGE MARTÍNEZ
05.02.2023.-
Una deuda contraída hace mucho por todo el país es la que se propuso saldar el Teniente Coronel (R) Rodolfo Richter con este libro sobrio y valiente, a tono con los héroes, vivos o muertos, que rescata en páginas inspiradas por un necesario espíritu de justicia.
Richter sabe de lo que escribe en Los soldados miran al cielo: relatos de combates (Edición del autor, 234 páginas) porque él fue uno de ellos. En febrero de 1975 participó en el río Pueblo Viejo de la primera acción de la Operación Independencia, lanzada ese mes en la provincia de Tucumán por disposición del gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón para enfrentar a los guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que desde el año anterior habían instalado allí una «compañía de monte».
Ese combate, en el que Richter fue herido y quedó paralítico, es uno de los primeros que relata en la obra. Su ímpetu guerrero (era Teniente del Ejército, tenía 26 años y acababa de finalizar el exigente curso de «comandos» de la fuerza) lo expuso con imprudencia al fuego enemigo. Una vez herido, su superior inmediato, el Teniente Primero Héctor Cáceres, también «comando», se arriesgó para auxiliarlo y pagó el arrojo con su vida. El gesto simple, inolvidable, de un héroe moderno. Un «enamorado de su mujer, de la Patria y del Ejército», evoca Richter en un pasaje de agradecida emoción.
El libro pasea al lector por otros hechos de armas significativos de la historia nacional reciente que no aparecen en la memoria de académicos o formadores de opinión (la excepción cronológica es el breve repaso del combate de Riobamba, librado en el ya lejano 1822).
Se revisa, por ejemplo, el choque de Manchalá, de mayo de 1975, cuando una sección de ingenieros militares (14 hombres dirigidos por un suboficial) desbarató el ambicioso plan del ERP de atacar y copar el puesto de mando táctico del Ejército en Tucumán. Con imprevista resistencia, el pequeño destacamento frustró durante horas el avance de una muy superior columna guerrillera motorizada.
También se rinde homenaje al valeroso papel que desempeñó, otra vez en Tucumán, el Regimiento de Infantería de Monte 28, de Tartagal, Salta (los «rodillas negras»), en especial la sección «Destinos» que agrupaba a los efectivos que desertaban de la unidad o infringían la ley del servicio militar.
Los díscolos soldados salteños se midieron con gran valentía en el combate de «Los quinchos», de octubre de 1975, en el que fue abatido el entonces jefe de la «compañía de monte» erpiana, Jorge Carlos Molina, el «capitán Pablo», quien paradójicamente era subteniente de reserva del Ejército porque había egresado «con muy buenas notas» del Liceo Militar General Belgrano de Santa Fe. En «Los quinchos» guerrilleros y soldados terminaron entreverados en el monte en una «noche muy oscura» hasta que, al darse cuenta del error, se desató un «verdadero pandemónium para ambos lados».
LA GESTA
Malvinas ocupa varios capítulos de la obra de Richter. Se relata en gran detalle la acción de los «comandos anfibios» durante la Operación Rosario del 2 de abril de 1982, donde murió el Capitán de Corbeta Pedro Giachino, otro héroe moderno («representa el arquetipo del jefe que lidera a sus hombres en el combate, asumiendo personalmente el mayor riesgo y también la convicción de que la misión debe ser cumplida aún a costa de la propia vida»). Hay espacio para evocar la siempre admirable gesta de la Fuerza Aérea con sus bombardeos inverosímiles a la flota británica en el estrecho de San Carlos; se narra con nuevas precisiones la actuación de la sección «Bote» del Teniente Roberto Estévez en la batalla de Darwin de fines de mayo de 1982, y se examina el desempeño -que por lo general suele pasar inadvertido- de los helicópteros militares durante toda la campaña del Atlántico sur. No falta, además, la semblanza del Sargento Mario Antonio «Perro» Cisnero, «considerado el mejor «comando» del Ejército» según la opinión de jefes y camaradas, caído en combate el 10 de junio de 1982, durante una temeraria emboscada planificada y conducida por el entonces Mayor Aldo Rico, jefe de la Compañía de Comandos 602.
Cierra el libro un relato vívido y minucioso del combate de La Tablada, del 23 y 24 de enero de 1989, en el que el Ejército y la Policía de la provincia de Buenos Aires rechazaron el sangriento intento de copamiento del Regimiento de Infantería Mecanizada 3 por parte del Movimiento Todos por la Patria, un sucedáneo del ERP que dirigía el veterano guerrillero Enrique Gorriarán Merlo, quien años más tarde fue apresado en el exterior, traído al país para ser juzgado y condenado y al final terminó indultado luego de una teatral huelga de hambre.
Los atacantes quisieron hacerse pasar militares «carapintadas» como parte de una acción de «falsa bandera» con vastas ramificaciones políticas que nunca se aclararon del todo. Lo destacable, cuenta Richter, es que los verdaderos «carapintadas» fueron los primeros en descubrir el engaño y varios de ellos se ofrecieron voluntarios para combatir a sus viejos enemigos marxistas, infringiendo en algunos casos las detenciones domiciliarias o atenuadas que les habían impuesto por su participación en los levantamientos castrenses de 1987 y 1988. Hubo alguno que a la mañana salió de la casa donde cumplía el arresto, tomó parte en la cruenta recuperación del cuartel y cuando cesaron los enfrentamientos regresó a la vivienda como si nada hubiera pasado.
Richter se retiró del Ejército en 1993 con el rango de Teniente Coronel. A partir de entonces cambió las armas por las aulas. Se doctoró en Ciencia Política y hasta el año pasado estuvo a cargo de la cátedra de Historia de las Ideas Políticas III en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina. Ha escrito otros dos libros: Lucha armada. El PRT-ERP y las condiciones revolucionarias (Dunken, 2017) y Enemigos. Dos protagonistas reflexionan hoy sobre la violencia de los 70 (Eudeba, 2018), en coautoría con Carlos Gabetta, periodista y ex integrante del ERP.
ENTREVISTADOS .
Los soldados miran al cielo, bello título que alude a la costumbre, típica de los hombres de armas, de levantar la mirada para orientarse por las estrellas y al mismo tiempo elevar una oración antes de empeñar la vida, fue escrito con una mesurada pasión. Richter ha buscado recrear las acciones escogidas sin desbordes emocionales, apegado a la documentación conocida y con el aporte de testimonios personales. Cada capítulo se nutre de entrevistas a protagonistas directos de los combates, hoy todos militares retirados con rangos altos y numerosas condecoraciones. Sus nombres, incluidos al final del libro, son también un rosario de lo mejor que produjeron las Fuerzas Armadas en el último medio siglo. He aquí algunos ejemplos: General (R) Sergio Fernández; General (R) Gonzalo Palacios; Comodoro (R) Pablo Marcos Carballo; Coronel (R) José Martiniano Duarte; Coronel (R) Ernesto Peluffo; Comodoro (R) Carlos Rinke; Capitán de Navío (R) Eduardo Alvarez; Teniente Coronel (R) Oscar Jaimet; Teniente Coronel (R) Emilio Nani; Teniente Coronel (R) Armando Valiente; Teniente Coronel (R) Gerardo Vlcek, y los soldados Rodolfo Demayo, Erik Langer, Luis Peñaranda, Sergio Rodríguez y José Romero.
Richter se cuidó de escribir con claridad las «cuestiones referidas a las técnicas y tácticas militares» pero puso especial énfasis en que el lector comprenda «los sentimientos de los que combatimos. Me preocupé de mostrar esos sentimientos», explicó en diálogo por correo electrónico con este diario.
En sus páginas traza una suerte de «perfil» del militar argentino en combate que se remonta al siglo XIX, aunque puedan distinguirse matices al correr de los años. «En realidad, el perfil de un militar del siglo XIX no puede ser igual al del siglo XX. Pero tampoco puede estar totalmente desconectado -aclaró Richter-. Los valores, de una u otra manera, se van transmitiendo a lo largo del tiempo como por ejemplo aquellas virtudes de la confianza y el valor que Sarmiento le adjudicaba al gaucho y que las vemos, por ejemplo, en el deporte, donde se hace un culto del que gana «de puro guapo», mientras desdeñamos a los brasileños porque tienen «el pecho frío». Y en el ámbito militar, ¿qué cadete no ha soñado con emular a algún soldado de otra época?
La «Orden del Día» comienza siempre con una efemérides que exalta alguna virtud militar. Tampoco nos olvidemos de la fórmula «¡Subordinación y valor!» con la que un jefe termina una arenga y es contestada por los subordinados con la frase «¡Para defender a la Patria!»
Los actos de coraje militar del pasado se inculcaban ya en la escuela primaria (el sargento Cabral, el tamborcito de Tacuarí, los gauchos de Güemes o el cruce de los Andes) pero después de Malvinas y del fin del gobierno militar, observó Richter, «hubo una permanente descalificación de todo lo que es militar por cuestiones ideológicas y eso derivó en que los chicos de hoy no conocen la historia argentina».
«Creo en mi fuero íntimo pero todavía no lo he podido demostrar «científicamente» que hay poderes que tienen la intención de terminar con el sentimiento patriótico -advirtió-. La izquierda se ha sumado rápidamente a esa intención por una cuestión ideológica, a saber: la historia de la humanidad es la de la lucha de clases entre los «opresores» y los «oprimidos» (patricios y plebeyos, monárquicos y burgueses y finalmente burgueses y proletarios).»
Siguiendo esta interpretación clásica de la izquierda marxista, «los «opresores» apelan al patriotismo para que los «oprimidos» vayan a la guerra que siempre es una puja entre distintos poderes burgueses. Según Lenin, la Guerra de la Independencia sudamericana fue, en realidad, una «guerra revolucionaria» donde las burguesías de cada país, por puro interés material de clase, querían terminar con la monarquía española en esta parte de América. Para los marxistas no fue una lucha por la independencia y la libertad.»
Interpretaciones de ese estilo calaron hondo y, después de la lucha contra la guerrilla en los años «70 y la guerra de Malvinas en 1982, moldearon una imagen de las Fuerzas Armadas muy distinta de la que se exalta en Los soldados miran al cielo. ¿Será posible revertir esa percepción en un futuro cercano?
El Teniente Coronel (R) Richter lo cree posible. «Si hubo un revisionismo histórico que cambió, por ejemplo, la imagen de Rosas, Facundo o el Chacho Peñaloza, y cuestionó otras que parecían inmaculadas, es posible un nuevo revisionismo histórico referido a la lucha contra la subversión y a la guerra de Malvinas -opinó-. Es posible convencer a la ciudadanía de que acá hubo una Guerra Revolucionaria y que en Malvinas los británicos tuvieron muchas más pérdidas materiales y humanas de las que se imaginaron (ya se empieza a hablar de eso). Los «campeones de los derechos humanos» ya comenzaron a mostrar sus trapos sucios. Pero va a llevar tiempo. Hay que insistir y repetir una y otra vez para que se conozcan las dos caras de la moneda.»