Javier Milei candidato a Presidente de la Nación – Foto: NA
DISFRAZADO DE FUNDAMENTALISMO MESIANICO Y PELIGROSO .
(Por: Rubén Lasagno) – El triunfo de Javier Milei en las PASO, debe tomarse de manera condicional. Nada indica que en las generales, el libertario pueda contar con el mismo voto a nivel nacional. Su performance política casi alienada y disruptiva, no coincide en nada con el candidato típico de la política argentina. Y eso sea, tal vez, su gran capital y su peor perdición.
Nadie debería creerle a un loco que quiere cerrar el Conicet, hacer volar el Banco Central, dolarizar la economía, reducir el Estado a la mitad y perseguir a “la casta” y al mismo tiempo balbucea ante la pregunta de si cree que Cristina Fernández es corrupta y justifica a Sergio Massa, quien no siendo economista “gerencia” el Ministerio de Economía de este gobierno en una situación de crisis total.
Javier Milei no es confiable. Quizás sea votado, gane y tengamos, como tantas veces en el país, a un presidente que nos hace extrañar el anterior.
Y dicho esto en las actuales condiciones de la Argentina, con Sergio Massa, Cristina y Alberto a la cabeza, es prácticamente pronosticar un apocalípsis nacional, del cual estamos al borde.
Objetivamente creo que el voto a Milei se explica como la cachetada que se le pega a un ahogado, para reanimarlo, traerlo a la realidad y que escupa el agua que le está llenando los pulmones.
La sociedad castigó al gobierno de inútiles y mentirosos que tenemos y al cabaret en el cual, Larreta y Bullrich, transformaron a la oposición, pero en las elecciones generales, donde se juega realmente la última chances, dudo que Milei pueda estar primero en las preferencias electorales de los argentinos.
El hartazgo, la bronca y la desesperanza pueden haber fundamentado el “voto castigo” de una sociedad hastiada y enojada con la clase política en general, pero me parece difícil, aunque no imposible, que en octubre Milei encabece las preferencias electorales y menos aún en el interior del país, donde juega sin estructuras, ni candidatos y hasta ha dado muestras de despreciar el voto provincial, al decir claramente que nadie lo representa ni es candidato con su consentimiento.
Es un fundamentalista, un extremista con rasgos mesiánico quien dice lo que muchos quieren oír pero su personalidad colisiona, no solo con la ortodoxia política, sino con el buen gusto, el criterio y en muchos aspectos con el pensamiento lógico.
Es un candidato extravagante a quien parece complacerle demasiado, alimentar el morbo de la gente que quiere ver arruinada a la clase política y creen encontrar en Milei la herramienta dispuesta para devastar a los que nos han devastado todos estos 20 o 30 años, pero nada de eso es así.
MIlei es uno más de los tantos oportunistas que usufructúan la coyuntura de una Argentina desesperada y sin rumbo, donde el pueblo es el eslabón más débil de doblegar, porque está hambriento de un cambio que lo saque de esta mala racha; sin embargo, nadie se detiene a pensar si ese puede ser Milei, solo porque les dice lo que quieren escuchar.
La receta del libertario es tan populista como la del actual gobierno kirchnerista.
Con matices, con otras mentiras y acudiendo a la brutalidad dialéctica, para sacudir la modorra del argentino distraído. Pero en el fondo, promete más de lo que es capaz de hacer y el peligro se acrecienta, porque es un sujeto hábil e inteligente, sin duda.
Si caemos en manos de quien habla con el perro muerto, el cual ya le anunció que va a ser presidente y quiere privatizar todo sin excepción, dinamitar la ciencia, anular el Ministerio de Educación, pelearse con China y Brasil y que cada uno pueda vender sus órganos, creo que estaremos en un problema mayor.
O es un mentiroso patológico o es un loco irrecuperable. En ninguno de los dos casos, el diagnóstico es promisorio. (Agencia OPI Santa Cru