Las “fuerzas del cielo” que Milei convoca para apoyar una gestión hasta hoy sólo sustentada en 30% de votos propios más 26% de quienes optamos por un mal menor serán verdaderamente puestas a prueba a partir del martes, cuando el calendario político se reinicie, en la calle, en el Congreso y en la Justicia.
Por : ENRIQUE GUILLERMO AVOGADRO.
El fatal derechazo que dio en el primer minuto del primer round, con el Decreto 70, a todos los grupos de poder de la Argentina (sindicatos, empresarios prebendarios, piqueteros de todos los colores y conglomerados enquistados en numerosos pliegues del Estado), que los ha dejado casi groggies, intentará ser devuelto por una más que desprestigiada dirigencia sindical (más allá de la fuerza bruta, ¿alguien puede comparar, de buena fe, el prestigio de Milei y con el de Hugo Moyano y sus enriquecidos socios?) el miércoles, ante el Palacio de Tribunales.
Pero, esta vez, tienen enfrente a alguien a quien no conseguirán hacer retroceder un milímetro en las conductas y actitudes a las que considera, desde el fondo de su extraña personalidad, resultan imprescindibles para sacar a esta también muy original sociedad, enviciada desde hace tantas décadas por las falsas mieles del populismo suicida.
El público respaldo dado por Milei a Patricia Bullrich y su nuevo protocolo en defensa de la libertad ciudadana a circular sin estar sometida a la coacción agresiva de piquetes y bloqueos está señalando la fuerza con que el Gobierno está dispuesto a defender sus políticas y, tan claramente como lo muestran las encuestas, que cuenta con el apoyo generalizado de la ciudadanía, harta de abusos y descontrol.
Con la exclusión de los intermediarios –los famosos “gerentes de la pobreza”- en la distribución de subsidios sociales a quienes lo necesitan ha puesto freno terminal a la gigantesca corrupción en las organizaciones a las cuales Néstor Kirchner convirtió en socias para acumular poder.
El enorme ejercicio de libertad que el Presidente nos propone mostró, esta misma semana, algún beneficio inicial e inmediato con la sensible reducción de la demanda de carne vacuna, que obligó a la oferta a reducir sus precios.
Pero nada será fácil, porque todos estamos de acuerdo en que nuestra economía está en coma, pero no en la imperiosa necesidad del esfuerzo general e individual que deberemos hacer hasta encarrilarla.
El lema, aún parece ser “con la mía, no”; de todas maneras, representa un sensible progreso con respecto al otro que rigió siempre, en especial en los años kirchneristas y massistas: “y la mía, ¿dónde está?”.
Me resulta un cinismo notable que algunos periodistas y opinólogos rechacen que se haya dictado este DNU con el argumento de que podría ser cambiado por otro similar, de signo contrario, en otra administración, en lugar de recurrir a una o varias leyes; invocan, para ello, la seguridad jurídica.
Y digo que me parece gracioso porque hemos visto como este Congreso, en realidad un H° Aguantadero, ha dado marcha atrás con sus propias leyes sin que se le moviera un pelo.
Basta recordar, para cómo se derogaron las leyes de “obediencia debida” y “punto final”, sancionadas en la época de Alfonsín, y las vergonzosas idas y vueltas de privatización y estatización de YPF, con la cual el kirchnerismo sigue azotando a la Argentina.
A pesar de los malos tragos que deberemos soportar en los primeros meses, estoy convencido que las medidas que rompen la rigidez y las arbitrariedades del régimen laboral que nos trajo hasta aquí, tanto como la simplificación del sistema tributario, redundarán en una mayor legalidad y formalidad de la actividad económica permitiendo, al ampliar el universo de contribuyentes, reducir la presión impositiva para todos.
Ahora bien, al menos por ahora y a poquísimos días del cambio de gobierno, la aplicación de presión sobre el gasto improductivo ha sido menor pero, para hacer verdaderamente justo y tolerable el ajuste, la motosierra deberá aplicarse sin anestesia en las cajas y enclaves que aún están bajo el control de La Cámpora o de empresarios “expertos en mercados regulados” como, por ejemplo, “Nicky” Caputo o Rubén Chernajovsky en el extremo sur del país.
Y la rampante corrupción del kirchnerismo, que ha derivado en 50% de pobreza, no puede quedar impune; con los ladrones no puede negociarse.
Los fiscales deberán actuar sin más dilaciones, y los jueces federales ponerse de una vez las botas, porque la sociedad, tan apretada, les exigirá rápidos resultados, so pena de ponerlos en el banquillo del Consejo de la Magistratura, un organismo en el cual los beneficiarios de las inicuas demoras del pasado reciente han perdido la mayoría con la llegada del Senador Luis Juez.
El gobierno de La Libertad Avanza tendrá por delante grandes desafíos, vinculados a la política inmigratoria, a la lucha contra el narcotráfico transnacional, a la educación pública en todos sus niveles, al sistema de salud, a los sistemas y la infraestructura del transporte, a la defensa nacional del territorio terrestre y marino, a los códigos procesales, etc., en todos los cuales encontrará enorme resistencia al cambio.
Pero todos ellos resultan indispensables para reconstruir al país desde la ruinas que, con tanta eficiencia, construyó durante dos décadas el kirchnerismo, la más siniestra y destructiva de las sucesivas franquicias del peronismo que ha gobernado durante tantos años.
Si eso se da, si Milei consigue modificar de raíz el esquema cultural que, implantado en el cerebro de los argentinos por el populismo y el clientelismo irracionales, ha producido esta trágica decadencia nacional, es altamente probable que podamos recuperar definitivamente las glorias educacionales y económicas que nos distinguieron en el pasado.
Por todo ello, roguemos a Jesucristo, señor de la historia, que renacerá esta noche, nos ayude a transitar, sin desfallecer ni renegar de este proceso, el valle de lágrimas que serán los próximos meses.
Nos lo debemos pero, sobre todo, se lo debemos a las generaciones futuras, esas que, sin culpa ni decisión propia, hasta hoy carecían de futuro en la Argentina.
¡Feliz Navidad!
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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