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En medio de un gran hermetismo, trascendieron algunas concesiones que estaría dispuesto a hacer el Gobierno para lograr la aprobación de la Ley ómnibus.
Por : JOSE CALERO .
Con su fina y punzante ironía, Juan Domingo Perón solía advertirle a sus adversarios políticos, «que no se equivocaran » sobre la lógica que impera en el justicialismo a la hora de debatir o discutir ideas.
«Los peronistas somos como los gatos, cuando todos creen que nos estamos peleando, en realidad nos estamos reproduciendo», era uno de sus latiguillos.
Con el tiempo esa frase adquirió un significado cada vez más amplio, a medida que los peronistas, que influyeron decisivamente sobre la realidad política del país desde 1945 hasta la actualidad, hacían y deshacían alianzas a derecha e izquierda, con tal de detentar el poder.
Existe coincidencia entre la amplia biblioteca de politólogos locales e internacionales (recordar al historiador estadounidense Robert Potash y sus libros sobre Perón) en que la fuerza política con mayor ambición de poder en la Argentina fue la que creó el controvertido general tras contribuir a dar un golpe de Estado en la primera mitad de la década del ’40.
El último experimento que refleja hasta dónde están dispuestos a ir los peronistas con tal de llegar al poder lo encabezaron Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa.
No terminó bien.
La pobreza extrema, la ineficiencia y la corrupción con la que terminó el gobierno anterior dejaron muy mal parado al «cuarto gobierno kirchnerista». Allí creció el fenómeno Javier Milei.
Pero esa sangría ocurrida en la derrota, que llevó a varios referentes peronistas a reclamar que dieran la cara «Cristina, Alberto y Sergio» (lo exigió el camionero Pablo Moyano, por ejemplo), parece ya camino de quedar suturada por una realidad que los agobia: no los une el amor, sino el espanto a quedar relegados por un nuevo actor (Milei) surgido al calor del reclamo de vastos sectores de la población, hartos de que en estos 40 años de democracia los políticos y los sindicalistas se hayan enriquecido a destajo, mientras los ciudadanos de a pie y los trabajadores sólo se empobrecían cada vez más . . .
Qué estaría dispuesto a ceder Milei para lograr el voto de la Ley ómnibus.
En los últimos se acrecentaron los contactos al más alto nivel entre las principales espadas mileístas, como el ministro del Interior, Guillermo Francos, y el asesor estrella Santiago Caputo, y referentes clave del PRO, el radicalismo y Hacemos Coalición Federal. Esas tres bancadas -con contradicciones internas- suman 94 diputados. Milei considera que son la clave para que La Libertad Avanza, con sus 38 integrantes, a las que se agregan las de 4 aliados dispersos, se estire hasta 136 bancas. «Suficiente mayoría», se le escuchó especular a Menem este jueves.
En medio de un gran hermetismo, trascendieron a última hora algunas concesiones que estaría dispuesto a hacer el Gobierno para lograr la aprobación de la Ley ómnibus el jueves próximo.
Entre esas concesiones, trascendió que se votaría la declaración de la emergencia, pero sólo por un año, no por dos como pretendía Milei. Pero sería con opción a otro período más, a la espera de que empiecen a dar resultado las draconianas medidas de ajuste.
Allí anida seguramente una de las principales razones por las que todos los personajes de la dirigencia peronista, desde Axel Kicillof hasta Juan Grabois, desde José Luis Lingeri hasta Pablo Moyano, o desde Emilio Pérsico hasta Héctor Daer, concurrieron este jueves a paso redoblado a la Casa de la Provincia de Buenos Aires. Principal acuerdo alcanzado: movilizar con fuerza este 24 de enero a la Plaza de los Dos Congresos para presionar a los diputados con el fin de que rechacen la ley ómnibus.
Esas eran las negociaciones que se llevaban a cabo a últimísima hora de un jueves que fue interminable, y en el que el vocero Manuel Adorni mantuvo permanentemente informado a Milei en Davos.
Milei, Bullrich y Macri quieren evitar que los peronistas se los lleven puestos
La ausencia por algunos días del presidente Javier Milei para participar en el Foro de Davos, parece haber dado ciertas ínfulas a los gobernadores, «barones del conurbano» y sindicalistas del peronismo. Se vienen haciendo reuniones a distintos niveles en ese mundillo político con el fin de determinar la capacidad de daño que el libertario podría infligirles en caso de avanzar con algunos de los 664 artículos de esa ley ómnibus interminable.
Entre los gobernadores del PJ, la preocupación está vinculada con «la caja» -un aspecto que obsesiona a los políticos de raza-, porque consideran que exigirles hacer un ajuste del gasto público puede terminar con sus mandatos a corto plazo y, como es obvio, la tendencia de los mandatarios provinciales tira hacia la reelección, o el nombramiento de delfines, familiares y otros.
Entre los gremialistas, la preocupación también gira en torno de «la caja»: se trata de no perder los fabulosos ingresos de las obras sociales, que han servido históricamente para financiar campañas electorales, ya sea para retener el poder en el sindicato o para tratar de que llegue a la presidencia un hombre que mantenga el estatus quo: la apuesta del sindicalismo peronista por Massa en la última presidencial fue un claro ejemplo de esto.
Kicillof se apunta para liderar al peronismo: insta a marchar el 24
El más desafiante en ese cónclave fue el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, quien pugna con Massa por ser el nuevo líder del peronismo en la oposición. El gobernador llamó a colmar las calles el miércoles próximo. «Las consecuencias de las políticas se van a ver este 24, de eso también hablamos, de apoyar y acompañar la movilización de las centrales obreras», disparó Kicillof, quien está muy preocupado por la posibilidad de perder el enorme envío de fondos con el que se benefició durante la gestión de Alberto Fernández, a costa de los recursos que le sacaron a la Ciudad.
El cálculo que hicieron en su nutrido cónclave los peronistas fue que el gobierno sufrirá un enorme desgaste en los próximos meses por la delicada situación económica, la disparada de precios provocada por la devaluación, las tensiones sociales ante la recesión ya consolidada, y eventos tan concretos y dañinos para el humor social como los tarifazos en el transporte, que ya empiezan a despertar las quejas de quienes tienen cada vez más dificultades para llegar a fin de mes.
«Hay mucha preocupación. Pedimos que reflexionen y vean lo que están pasando los argentinos», afirmó Kicillof, mientras Daer -del gremio de la Sanidad- advirtió que los argentinos «no están de acuerdo con lo que está establecido en la ley ómnibus, ni en el DNU».
Milei fue tomando nota de las advertencias que llegaban desde la Casa de la Provincia bonaerense mientras volaba de regreso a Buenos Aires tras asistir al 54° Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos. Estaba satisfecho, pero miraba de reojo lo que ocurría en la Argentina, convencido de que a los peronistas «no hay que darles un metro de ventaja». «Con tal de retener sus privilegios, la casta es capaz de incendiar el país», ha señalado en más de una oportunidad el ahora presidente de los argentinos.
Por eso, tras su arribo, lo primero que tiene previsto Milei es reunirse con sus principales espadas en el Congreso, con el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, a la cabeza, para definir los próximos pasos. Ya se decidió que la última reunión de comisiones se posterga para el martes, con el objetivo de llevar lo que queda de la Ley ómnibus al recinto justo el jueves 24, el día de la movilización de los gremios.
«Esperemos que no lleven piedras», ironizaba un legislador macrista de paladar negro, para recordar el espectáculo dantesco montado por kirchneristas e izquierdistas el día que Diputados trató la reforma previsional macrista, cuando arrojaron 14 toneladas de piedras contra la policía y los transeúntes.
Ahora, todas las miradas apuntan a la Ley ómnibus. Tanta era la confianza a pocas horas de la medianoche, que un operador todo terreno del mileísmo casi susurró: «Ya está. La ley sale. Y cualquier disturbio que haya en la movilización del miércoles se lo vamos a cargar a la cuenta de los peronchos».